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Diario Extra Ecuador

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Una esquina donde vivo, la falta de alumbrado público, desde el año pasado, la convirtió en zona roja; aumentaron los drogadictos, los asaltos, los robos a locales comerciales y vehículos estacionados por padres en busca del Hospital del Niño Francisco de Icaza Bustamante.

He reclamado enérgicamente en la Empresa Eléctrica por una urgente reparación, pero ha sido frustrante, reclamo que abandoné por mi avanzada edad. Últimamente obligo a mis allegados a salir en grupo por las noches, por seguridad.

Cuánto añoramos al gringo Capwell, un eficiente administrador de la Empresa que obligaba antes y después de cada invierno a realizar total mantenimiento a postes, cables y transformadores, lo cual le permitió proporcionar a bajo costo el mejor servicio eléctrico del país, sin los dañinos apagones actuales, que malogran costosos equipos que tienen que pagar. ¿Cuánto será el tiempo que el perjudicado debe esperar...?

Sana envidia nos da ver por las noches, con modernas luces, a las calles, avenidas, parques y los modernos túneles, bien iluminados, como también muchos edificios públicos, mientras nuestra esquina, a pesar del pago oportuno de la tasa correspondiente a un buen alumbrado, permanece a oscuras más de 6 meses, disgustando al vecindario, pues chamberos y recicladores desparraman las fundas con basura, además de cables colgantes que ponen en peligro al peatón.

Inimaginable es el costo por daños a la industria, al comercio con los nefastos apagones, o el riesgoso momento en consultorios, dispensarios, hospitales para los enfermos; el pánico que produce un ascensor paralizado y en tinieblas, hasta que funcionen los sistemas emergentes de reemplazo. Así también en el tránsito peatonal y vehicular al dejar de funcionar el semáforo.

Una esquina donde vivo, la falta de alumbrado público, desde el año pasado, la convirtió en zona roja; aumentaron los drogadictos, los asaltos, los robos a locales comerciales y vehículos estacionados por padres en busca del Hospital del Niño Francisco de Icaza Bustamante.

He reclamado enérgicamente en la Empresa Eléctrica por una urgente reparación, pero ha sido frustrante, reclamo que abandoné por mi avanzada edad. Últimamente obligo a mis allegados a salir en grupo por las noches, por seguridad.

Cuánto añoramos al gringo Capwell, un eficiente administrador de la Empresa que obligaba antes y después de cada invierno a realizar total mantenimiento a postes, cables y transformadores, lo cual le permitió proporcionar a bajo costo el mejor servicio eléctrico del país, sin los dañinos apagones actuales, que malogran costosos equipos que tienen que pagar. ¿Cuánto será el tiempo que el perjudicado debe esperar...?

Sana envidia nos da ver por las noches, con modernas luces, a las calles, avenidas, parques y los modernos túneles, bien iluminados, como también muchos edificios públicos, mientras nuestra esquina, a pesar del pago oportuno de la tasa correspondiente a un buen alumbrado, permanece a oscuras más de 6 meses, disgustando al vecindario, pues chamberos y recicladores desparraman las fundas con basura, además de cables colgantes que ponen en peligro al peatón.

Inimaginable es el costo por daños a la industria, al comercio con los nefastos apagones, o el riesgoso momento en consultorios, dispensarios, hospitales para los enfermos; el pánico que produce un ascensor paralizado y en tinieblas, hasta que funcionen los sistemas emergentes de reemplazo. Así también en el tránsito peatonal y vehicular al dejar de funcionar el semáforo.

Por Fernando Renella Coll.

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