Opinión
La educación aún deja mucho que desear
Por Juan Manuel Yépez @juanmayepez
El maltrato contra estudiantes de diversas escuelas y colegios del país se ha vuelto una constante en los últimos meses, sin que esto quiera decir que sea un fenómeno reciente. Antes era común escuchar que “la letra, con sangre entra”, es decir que uno aprendía la lección de cualquier manera porque de lo contrario ya se sabía cuáles eran las consecuencias. Gracias a estas descalificadas prácticas tenemos adultos violentos que intentan reproducir aquella desagradable tarea de aprender en base al miedo. Por suerte hoy contamos con mecanismos que, de una u otra manera, protegen al niño de cualquier forma de abuso, ya sea físico o mental. Pese a ello, todavía hay maestros y autoridades educativas que no reaccionan ante las alertas. La semana que termina, un adolescente decidió acabar con su vida porque no soportaba el acoso escolar en Quito. Sus padres aseguran que notificaron el tema a los directivos del colegio en el que estudiaba, ya que sus compañeros no dejaban de fastidiarlo. Llegaron al extremo de amenazar a su hermana menor, si el estudiante los denunciaba. Incluso dijo que hasta el inspector se burlaba de él por esta situación. Entonces, como nadie le hizo caso y la tortura psicológica continuó, el chico decidió entrar a la bodega de su casa y suicidarse para terminar con su tragedia. Es hora de que prestemos más atención a nuestros hijos y de tomar en serio las cosas que nos cuentan para que se sientan respaldados y seguros, ante un sistema educativo que desgraciadamente aún deja mucho que desear.