La voz de la Iglesia

Con la ponderación y la serenidad que la caracteriza, la Iglesia Ecuatoriana ha dicho su palabra durante el cambio de los dignatarios de la Conferencia Episcopal; censura para lo que considera indebido y perjudicial para los ciudadanos y reconocimiento, a la vez, para aquello que estima llevado con acierto. La palabra de la Iglesia es orientadora y desde su alejamiento de la política, es realista y severa.

Y es que en diez años de gobierno, con la suerte de haber contado con miles de millones de dólares y con el precio del petróleo en niveles espectaculares, el gobierno saliente deja buenos y malos recuerdos. Los malos referentes especialmente a su postura contra todos quienes opinen diferente o critiquen las acciones que se considera que no han sido de verdadero servicio al pueblo ecuatoriano.

El nuevo gobierno iniciará su gestión con la economía en problemas y con un déficit presupuestario de miles de millones, que será un duro comienzo. Y lo que el país requiere no es solo un cambio de estilo, sino un cambio de modelo con la necesaria división auténtica de poderes, y no a una conducción presidencial acaparadora.