Las encuestadoras

Debido a los últimos acontecimientos ocurridos en el Reino Unido, con el pronunciamiento popular por el Brexit, el referéndum en Colombia sobre la firma del acuerdo con las FARC, y, el triunfo de Donald Trump, en los cuales los resultados esperados, de acuerdo a las encuestas, fueron lo contrario de lo que se anticipó, el trabajo de las encuestadoras ha sido cuestionado. Lo propio ha ocurrido con ciertos grupos en nuestro país, por lo que se ha pensado en reglamentar sus actividades.

Las encuestadoras no son buenas ni malas en la medida en que realicen de modo adecuado su trabajo. Lo que aparecería como inapropiada es la publicidad que se da a la información que obtienen, que podría influir, de cierto modo, en la votación, y, eventualmente, crear falsas expectativas en los electores.

Muchas cosas pueden ocurrir cuando se realizan los sondeos. Podría ser que el encuestado mienta, que el encuestador falsee las respuestas por error o que al transmitir las cifras pueda surgir alguna equivocación.

Si se reglamentase la forma de informar o de reserva de los datos que obtienen sería deseable que se prohíba su divulgación; pero, no es recomendable que hagan el trabajo empresas estatales, porque podrían convertirse en juez y parte, con lo cual no habría garantía de confiabilidad en lo que se publicite (saldríamos de Guatemala para caer en Guatepeor...)