Opinión
Los ídolos deportivos
La civilización actual ha dado importancia fundamental al deporte. En el mundo antiguo los deportes fueron más bien una disputa contra la muerte. Así ocurrió en el Imperio romano, y los cultores de esos mal llamados deportes no fueron considerados como seres importantes en la sociedad de entonces.
Hoy, los deportistas de élite ocupan un sitial preeminente en todas las sociedades del mundo. Y en el Ecuador son los futbolistas quienes obtienen un lugar de privilegio y la consideración popular.
Pero un jugador de fútbol no puede valer tanto solo por manejar adecuadamente sus extremidades inferiores, pues son modelos que siguen jóvenes y niños que los colocan en una especie de hornacina para el culto de los miles de aficionados.
Por eso, su conducta debe estar regida por el respeto a esa afición, a sus rivales en el campo de juego, a sus dirigentes y, en fin, deben pensar que son modelos en que se mira la juventud y no puede uno de esos modelos lanzar escupitajos a la cara de sus adversarios ni convertirse en un sujeto ajeno a la disciplina y a las normas deportivas. Y si caen en esos dislates deben merecer la sanción ejemplarizadora consiguiente.
Ser un ídolo deportivo no solo da satisfacciones, sino que impone obligaciones morales y sociales ineludibles.