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Diario Extra Ecuador

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Lo he dicho y lo sostengo. Todo lo que se publica en las redes sociales cae en una especie de agujero negro que anula el sentido de lo privado.

Es lógico e inevitable que si alguien comparte una foto o hace una confesión en internet, lo sabrá todo el mundo en cuestión de segundos.

Por eso es absurdo, y hasta pueril, que alguien apele al respeto por la intimidad cuando esa misma persona se encarga de revelar aspectos de su vida cotidiana para que otros se enteren. El colmo de los colmos ocurre con los personajes públicos, que usan sus redes sociales para comunicar lo que piensan, comen, beben y visitan sin que nadie los obligue a hacerlo.

Entonces, ¿cómo pretenden que los medios no hagan noticia de algún comentario polémico o de una confesión comprometedora? Es lamentable que personas adultas se comporten como adolescentes cuando se sienten descubiertos en una travesura.

Si gritan un amor inconfesable ante miles de seguidores, lo más probable es que alguien lo lea y comparta el tema con otros cientos de comunidades hasta el cansancio. Ese es precisamente el precio de la fama.

Por eso, si no quieren meterse en problemas, no compartan información que los puede perjudicar en su vida personal y familiar. De lo contrario, háganse cargo de las cosas que dicen y listo. Eso es actuar con responsabilidad.

Un consejo para los jóvenes: si quieren guardar secretos, pues sencillo, no los divulguen y ya está.

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