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Opinión

Editorial: Sin agua y sin respuestas

La falta de líquido no solo es una falla técnica: es una vulneración directa a los derechos humanos

El agua es vida, pero su carencia se traduce en caos. Quien crea que la falta de este recurso no es tan grave, solo debe recordar lo sucedido en Quito hace pocos días, donde más de 400 mil habitantes del sur se quedaron sin servicio durante dos semanas por el daño en una tubería. O mirar hacia la provincia del Guayas, en la parroquia La Aurora de Daule, donde los continuos cortes han generado un profundo malestar entre sus residentes.

Resulta increíble que, a estas alturas, las autoridades y las entidades responsables de proveer agua potable no cuenten con planes de contingencia para evitar escenarios tan críticos.

La falta de líquido no solo es una falla técnica: es una vulneración directa a los derechos humanos. En un país donde el acceso a servicios básicos debería estar garantizado, el pueblo aún enfrenta respuestas tardías, falta de comunicación y, sobre todo, una preocupante indiferencia frente al sufrimiento diario de miles de personas.

Garantizar el acceso al agua no es un lujo ni una promesa de campaña: es una obligación urgente. Los responsables deben dejar de actuar con parches y tomar medidas estructurales para prevenir, informar y responder con agilidad. Nadie debe pasar más de una hora sin este servicio. Porque sin agua, no solo se paraliza la vida cotidiana… también se seca la confianza en quienes están llamados a servir.