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Opinión

Editorial: El paro dejó a las ollas llorando

Mientras el país protesta por la eliminación del subsidio al diésel, los más golpeados son los pequeños negocios de comida y sus clientes

Las otras ‘víctimas’ del paro nacional por la eliminación del subsidio al diésel están lejos de ser los detenidos, golpeados, correteados, gaseados y hasta fallecidos en los enfrentamientos entre la fuerza pública y los manifestantes. Son los bolsillos de los propietarios de negocios populares de comida los que sufren el incremento de los precios de productos básicos. Ellos, como expertos en la olla, saben que cuando el relajo se calme, algunos víveres no volverán a su valor real.

Esas subidas de precios por parte de los mayoristas, bajo el pretexto del transporte caro, las vías bloqueadas y otros ‘paros’ más, terminan haciendo más grande el agujero en los bolsillos del pueblo. Antes, muchos recurrían a estos locales donde el plato costaba $2 o $2,50, pero desde hace algunos días el estómago se queda ‘amagando’, con menos arroz, papa, verde y hasta menos carne. A este paso, a la gente no le quedará más que chupar hueso.

Por eso las autoridades deben poner el ojo donde duele: en los mercados. No basta con salir en cámara diciendo que hay controles. Se necesita vigilancia real y sanciones para quienes abusan del bolsillo del pueblo. Que el costo de la crisis no lo sigan pagando, como siempre, los que apenas tienen para comer.