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Opinión
Editorial: El precio que paga Latacunga
El Gobierno justifica su estrategia recordando las violentas jornadas de 2019, cuando Quito fue escenario de saqueos y destrozos
Latacunga es, en este momento, la sede temporal del Ejecutivo, pero para sus habitantes, esta decisión no ha traído orgullo, sino más bien problemas en los bolsillos. La ciudad ha sentido en los últimos días un enfriamiento económico. El despliegue de seguridad en varias calles del centro, diseñado para evitar la llegada de manifestantes, ha limitado la movilidad y ha reducido las ventas.
Un claro ejemplo de esto fue la fiesta de la Mama Negra, evento que normalmente anima a hoteles y negocios, pero se vio opacado por la presencia de uniformados. Los ciudadanos no pudieron moverse con normalidad y cientos de negocios se vieron afectados. El Gobierno justifica su estrategia recordando las violentas jornadas de 2019, cuando Quito fue escenario de saqueos y destrozos. Esta vez, la decisión fue trasladar la sede a Latacunga y protegerla con un fuerte despliegue policial. Pero esta lógica solo traslada el problema: protege a la capital, sí, pero a costa de asfixiar a una ciudad más pequeña.
El desenlace de esta situación dependerá de algo que aún está pendiente: el diálogo entre el Gobierno y los líderes indígenas. Mientras ese canal no se abra, la normalidad en Cotopaxi seguirá siendo una promesa lejana, y sus habitantes continuarán pagando el precio de una disputa nacional que se libra lejos de sus decisiones.