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Opinión
Editorial: ¡Impunidad sobre ruedas!
Una placa ilegible no es un “detalle”: es una puerta abierta para la impunidad
Desde hace años, por las calles del país circulan vehículos con placas tan descoloridas que parecen fantasmas. Otros andan con los números tapados con mascarillas, dibujos o pedazos de tela. Lo más curioso —o sospechoso— es que las autoridades de tránsito miran hacia otro lado mientras estos carros se pasean por las ciudades como si nada pasara.
Los agentes sí detienen a conductores por llantas desgastadas o por no acatar sus órdenes, pero cuando se trata de placas ilegibles parece que la vista se les nubla. ¿Y en las revisiones vehiculares? Ahí es donde deberían ser más estrictos. Una placa ilegible no es un detalle menor: es la excusa perfecta para que delincuentes circulen sin ser identificados, cometan sus fechorías y luego desaparezcan sin dejar rastro.
Para eso, justamente, se entregó la competencia del tránsito a los municipios: para mejorar, modernizar y ordenar. Pero en lugar de eso, se están permitiendo infracciones evidentes, que día a día son denunciadas en redes sociales por una ciudadanía cansada de servidores públicos que no cumplen con su trabajo.
Si estas anomalías continúan, el Gobierno tendrá que intervenir. Al final, es el responsable de la seguridad en el territorio nacional, y el control del tránsito es una parte clave de ese sistema. Una placa ilegible no es un “detalle”: es una puerta abierta para la impunidad.