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Opinión

Editorial: ¡La deuda ambiental!

Guayaquil —y su río— no aguantan más discursos, sino acciones concretas

El nuevo roce entre el presidente Daniel Noboa y el alcalde Aquiles Álvarez vuelve a exponer una deuda ambiental que Guayaquil arrastra hace años: la contaminación del río Guayas por las descargas de aguas residuales. Este problema no es nuevo. En 2017, un estudio del Banco Mundial —previo a la aprobación de un préstamo para construir la planta de tratamiento Las Esclusas— ya advertía que apenas el 20 % de las aguas servidas de la ciudad eran tratadas antes de llegar al afluente.

El informe señalaba que los niveles de Demanda Bioquímica de Oxígeno y Sólidos Suspendidos Totales superaban los límites nacionales. En el Guasmo, por ejemplo, alcanzaban 156 y 130 miligramos por litro respectivamente, muy por encima de los 100 permitidos. Es decir, la contaminación no solo era conocida, sino documentada antes de que llegara el dinero para mejorar el sistema.

Hoy, más que roces políticos, lo que se necesita es voluntad y coordinación. Noboa y Álvarez deben dejar los reclamos y sentarse a buscar inversiones reales para potenciar las plantas de tratamiento. La fiscalización que impulsa ADN debe servir para rendir cuentas, no para el show. Guayaquil —y su río— no aguantan más discursos, sino acciones concretas.