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Opinión

Editorial: Un país podrido por el miedo

Nos están quitando la paz, la dignidad y hasta la capacidad de indignarnos

La violencia ya no espanta, ni sorprende. En Ecuador se ha vuelto costumbre ver cabezas humanas tiradas en las calles, como si fueran basura. En El Oro, las bandas criminales mandan mensajes de terror con cuerpos mutilados, mientras la gente, resignada, apenas comenta el horror como si fuera una noticia más del día. En lo que va de este año, esa provincia ya suma 18 decapitados. El último caso, el de una mujer cuya cabeza apareció en una gasolinera de Machala, dejó claro que el miedo manda en esta zona y que el Estado no aparece ni para preguntar qué pasó.

Quien repite la vieja frase de “solo se están matando entre ellos” no ha entendido nada. La violencia no se queda entre criminales, se mete en los hogares, en las escuelas y en la mente de los niños que crecen viendo cómo el crimen impone las reglas. Mientras tanto, los gobiernos se limitan a lanzar otro estado de excepción, como si eso calmara el terror. La gente calla, obedece y aprende a convivir con el miedo. Peor aún, algunos ya prefieren ‘copiar’ a los jefes de las bandas, antes que confiar en las autoridades.

Nos están quitando la paz, la dignidad y hasta la capacidad de indignarnos. Y cuando el horror se vuelve rutina, ya no estamos vivos, solo sobreviviendo en un país podrido por el miedo.