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Opinión

Editorial: Las enseñanzas del fútbol

El fútbol también enseña que el trabajo y la planificación pueden más que la soberbia

El fútbol une a los pueblos porque es una manifestación cultural que despierta pasiones y conecta a la gente. Ese bálsamo que necesitaba Ecuador, tras un mes de protestas y enfrentamientos entre la fuerza pública y los movimientos indígenas, llegó con los goles de Liga de Quito, que otra vez saca la cara por el país en la Copa Libertadores.

Como dijo el escritor uruguayo Eduardo Galeano, “el fútbol ha sido y sigue siendo un signo primordial de identidad colectiva”. A pesar de su mercantilización, aún conserva la magia de cobijar, bajo una misma bandera, a pueblos enemistados, curando heridas que ni los políticos, con toda su demagogia, han logrado cerrar.

Por eso, un triunfo histórico como el de Liga sobre el millonario Palmeiras de Brasil, en la semifinal del torneo de clubes más importante del continente, no debe verse como un simple circo. Es una oportunidad para recordar que los ecuatorianos tenemos más cosas que nos unen que las que nos separan.

Los éxitos internacionales de equipos capitalinos como Liga e Independiente, más allá de despertar envidia, deberían servir de baño de realidad para los de Guayaquil, que hace rato naufragan entre crisis y decepciones. El ejemplo está ahí: el fútbol también enseña que el trabajo y la planificación pueden más que la soberbia.

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