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Opinión
Editorial: Que termine la ‘fiesta’ en las vías
La falta de radares convierte las carreteras en pistas de riesgo. Conductores imprudentes aceleran sin control
Sin radares, algunos irresponsables parecen sacados de ‘Rápidos y furiosos’. Agencia Nacional de Tránsito y municipios, ¡es hora de ponerse las pilas! Que no haya controles en las carreteras es un riesgo que todos sentimos. Muchos conductores aceleran como si no existieran límites, convirtiendo calles y vías en escenarios peligrosos donde la imprudencia manda y la vida de cualquiera puede estar en juego. Las cifras de accidentes lo confirman: familias destrozadas y hospitales saturados por choques que podrían haberse evitado.
Los radares no pueden seguir esperando: cada día sin ellos es un peligro más. Pero ojo, esto no se trata de sacar dinero fácil con multas. Los dispositivos tienen que estar bien calibrados y servir para salvar vidas, no para engordar las arcas.
El pasado nos dejó claro que el abuso con los radares terminó haciendo que la gente pierda confianza en un sistema que debería enseñar y prevenir, no solo recaudar.
Hoy el reto es encontrar el equilibrio: frenar a los imprudentes con firmeza, pero también garantizar que todo se haga con transparencia y ética. Y de yapa, trabajar en educación vial, campañas de concientización y sanciones justas que enseñen a respetar los límites. La seguridad en las carreteras ya no puede esperar.