Pese a que ya se había definido una fecha para la reapertura de los balnearios en el país, el COE Nacional la postergó para el próximo mes. La intención de eliminar la restricción de visita de los turistas a las playas ecuatorianas era reactivar la economía del sector costero, que se ha visto seriamente afectado luego de un largo y difícil período de confinamiento a causa de la pandemia del coronavirus.
Pero las cifras de contagiados por COVID-19 no son alentadoras. Ha quedado demostrado en los últimos meses que los ecuatorianos carecemos de la disciplina necesaria para hacerle frente a esta emergencia sanitaria y lo único que traería la reapertura de balnearios son grandes aglomeraciones y una nueva ola de contagios.
En la Sierra se vive una situación similar. Pichincha está muy cerca de una catástrofe hospitalaria, según las cifras del Ministerio de Salud, e incluso existen cantones que por el aumento de contagios tuvieron que volver al semáforo en rojo para ver si de esta manera se logra frenar la propagación del virus. Pero en ciertos sectores de Quito, por ejemplo, se ve que la actividad económica no ha cesado y la concentración de personas por las calles sin ningún tipo de protección e irrespetando el distanciamiento social es más que evidente. Sin importar los esfuerzos que el Gobierno haga para frenar este mal, estamos muy lejos de volver a la normalidad.