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Opinión
Editorial: El tren que nunca debimos perder
Lo que alguna vez fue un símbolo de identidad y conexión con la historia, hoy yace en el abandono, convertido en recuerdo
Los ecuatorianos tienen muchas razones para sentirse orgullosos de su país, pero las malas administraciones y el olvido del propio Estado han hecho que rutas turísticas ferroviarias, prácticamente, desaparezcan del mapa. Lo que alguna vez fue un símbolo de identidad y conexión con la historia, hoy yace en el abandono, convertido en recuerdo.
Sin embargo, en medio de ese panorama desalentador, hay señales de esperanza. La reactivación del recorrido por la famosa Nariz del Diablo (12 kilómetros entre Alausí y Sibambe), suspendido desde 2020, vuelve a encender las ilusiones del sector turístico.
Más que un viaje escénico, este trayecto representa una apuesta estratégica para devolverle la vida al turismo ferroviario de la región. Aunque actualmente se encuentra en fase de prueba, los turistas ya pueden vivir la experiencia comprando sus boletos y disfrutando de una travesía única que combina patrimonio, naturaleza e historia.
El país no puede darse el lujo de dejar morir proyectos con tanto valor simbólico y económico. La Nariz del Diablo no solo transporta pasajeros: carga consigo la memoria de generaciones y el potencial de todo un pueblo que, sobre rieles, sueña con volver a avanzar.