Un total de 2.520 empresas han tenido que cerrar sus puertas, en vista de la quiebra a la que se han visto sometidas ante la falta de ingresos de una clientela que se paralizó por la cuarentena a la que obligó la pandemia del COVID-19, que paralizó, sobre todo, el transporte en general y que impuso un largo toque de queda.
Tal quiebra del sector turístico se ha puesto de manifiesto con la virtual paralización de los balnearios del país, ubicados en cinco provincias: Guayas, Santa Elena, Manabí, Esmeraldas y El Oro. Estos centros turísticos, por siempre tan atractivos para todas las regiones del Ecuador, han quedado prácticamente desiertos y paralizados con el cierre total de la estructura hotelera, los salones y centros de diversión. Los hoy quebrados empresarios informaron que las pérdidas causadas durante los más de tres meses de inmovilidad superan largamente los 300 millones de dólares.
Aunque desde el pasado 1 de julio se permitió el uso de las playas, con la semaforización en amarillo, se imponen todavía ciertas restricciones, lo que hará que sea más corta la recuperación económica de nuestra actividad turística, sobre todo en las playas.