Pactos por la seguridad

Los numerosos accidentes viales, y con víctimas mortales han dado pie para que se intente un pacto de seguridad en el cual converjan autoridades del tránsito y conductores de servicios público y privado.

El pacto, si llega a perfeccionarse, no será suficientemente activo si no se ejerce un control severo sobre los organismos encargados del tránsito.

Hay un ejemplo decidor en Guayaquil, con la contribución privada para combatir los incendios. Hace un buen tiempo, los bomberos voluntarios que tenían como un timbre de honor combatir el fuego, dieron paso a la organización de los cuerpos oficiales de bomberos que cumplen en la ciudad con un benemérito cometido.

El problema del tránsito pasa también por la corrupción; y para controlarla hace falta crear una comisión obligada del sector privado que, voluntariamente, como ocurre con los bomberos, colaboren en la supervigilancia de los organismos encargados del control, porque una de las graves fallas del tránsito nacional es precisamente la falta de severidad.

Una especie de brigada de inspectores ad honorem del tránsito, que no ejercieran autoridad, pero que supervigilarán el comportamiento de los organismos de control, podría contar con una eficaz ayuda para evitar tantos accidentes en la ciudad y en las carreteras.