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Conozca un bosque ubicado en el corazón del Chocó ecuatoriano.Luis Cheme / EXTRA

Descubriendo Canandé: Un santuario de biodiversidad en el Chocó ecuatoriano

Al explorar esta reserva, en cada paso puede conocer maravillas naturales únicas

Desde que se pone un pie en la ribera del río Canandé, en la provincia de Esmeraldas, en el corazón del Chocó ecuatoriano, todo late con una intensidad primitiva.

El viaje hacia este paraíso de más de 17.500 hectáreas de bosque húmedo tropical comienza en el recinto Zapallo, en el cantón Quinindé, al sur de la provincia. Tras embarcarse en una gabarra se llega a este rincón de naturaleza pura.

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El río Canandé, de aguas oscuras en invierno, de color verde cristalino en verano, es uno de los cinco afluentes que alimentan al río Esmeraldas. La embarcación avanza lento y el canto lejano de aves, así como el croar de ranas componen una sinfonía selvática.

Al pisar tierra firme del otro lado, cada paso resuena en el barro mullido que se pega a las botas, liberando olores terrosos intensos y puede admirar la belleza natural.

Explorando la flora y fauna

Canandé está enclavado en la parte baja del Chocó y es una de las ecorregiones más biodiversas y también más devastadas, apenas queda un 10 % de su vegetación original. La Fundación Jocotoco, responsable de la reserva, lucha contrarreloj por conservar este reducto de vida. Más que un bosque, Canandé es un santuario. Aquí viven jaguares, pumas, pecaríes de labio blanco y pacas, roedores del tamaño de un perro mediano que se escabullen entre el sotobosque.

Uno de los espectáculos más emocionantes es el de los monos araña de cabeza marrón. Aparecen al amanecer, cuando la niebla aún no se ha despegado de las copas de los árboles. Los guías invitan a observarlos en silencio. Se los ve lanzándose entre ramas. Viven en grupos de hasta treinta individuos.

Ocultos entre helechos y líquenes, se descubren hongos de colores inverosímiles, desde rojos sangrantes hasta azules metálicos. Algunos parecen corales que crecieron tierra adentro. Árboles gigantes como el pambil elevan sus raíces por encima del suelo, creando túneles naturales que crujen con la vida de insectos y anfibios. Se dice que estas raíces se “mueven” una vez al año, en un fenómeno casi místico que aún no ha sido explicado del todo por la ciencia.

En esta reserva natural habitan diversas especies de animales.Luis Cheme

Un laboratorio en el Chocó ecuatoriano

Cuando el sol cae, el bosque cambia de rostro. La temperatura desciende apenas unos grados, pero la humedad se vuelve más opresiva. Entonces comienza el verdadero concierto de cigarras. Puede conocer la rana de cristal de manchas doradas.

Avanzar en la oscuridad implica moverse con respeto. Las serpientes ojo de gato, de cuerpo marrón, se deslizan sin temor a la linterna. Aunque venenosas, no suelen atacar si no son molestadas. Hay otras más esquivas, como la boa arcoíris.

Canandé, además de ser un edén animal, es también un laboratorio vegetal. Allí se han registrado 230 especies de plantas, de las cuales 26 son endémicas, como las magnolias, cuya belleza es tan frágil como valiosa. Este repertorio natural ha motivado la creación del primer laboratorio científico del Chocó ecuatoriano.

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