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Así es Monterrey, el lugar donde fue capturado alias Fito
A un día de la captura de Fito, Monterrey volvió al silencio que le caracteriza pero ahora acompañado de temor e incertidumbre
Un día después de la captura de José Adolfo Macías Villamar, alias Fito, el hombre más buscado del Ecuador, la localidad de Monterrey, en el cantón Montecristi, permanece sumida en un silencio inquietante. Las calles de tierra, sin veredas ni señalización, lucen vacías. El polvo se acumula y se levanta con fuerza cada vez que un vehículo pasa a toda velocidad, cubriendo casas, cercas y hasta los rostros de quienes se atreven a salir. La escena es desoladora: el barrio guarda silencio, pero también miedo.
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Pocos vecinos se atreven a salir o a hablar. Quienes caminan por el sector lo hacen con rapidez, sin dar declaraciones y evitando las cámaras de televisión que ahora apuntan hacia la que fue, hasta hace pocas horas, la fortaleza del líder de Los Choneros. Algunos se esconden tras puertas entreabiertas; otros simplemente no están dispuestos a pronunciar ni una palabra.
Una zona olvidada
La vivienda donde fue capturado alias Fito contrasta con la humildad que predomina en el resto del sector. A su alrededor hay basura, cables de cámaras desconectadas, un terreno baldío lleno de maleza y una villa sencilla cercada con caña. Junto a ella, una cancha de tierra funciona como punto de encuentro barrial, donde algunos muebles rotos sirven como asientos para los peloteros del sector. Todo el entorno refleja abandono y precariedad.

Monterrey no solo ha sido testigo del poder criminal, también arrastra una historia de olvido estatal. Es una zona que desde hace años sufre un grave déficit de agua potable. Los comuneros deben abastecerse mediante tanqueros o esperar el abastecimiento de fuentes hídricas asentadas en otros cantones de la provincia de Manabí. La crisis hídrica se ha vuelto parte del día a día, afectando tanto el consumo como las condiciones sanitarias de sus habitantes.
A ello se suma el deficiente servicio eléctrico. No todas las calles cuentan con alumbrado público, y muchas vías permanecen completamente a oscuras durante las noches, incrementando la sensación de inseguridad. La combinación de oscuridad, abandono y silencio hace que Monterrey parezca un lugar detenido en el tiempo, olvidado por el desarrollo y recordado solo cuando se convierte en noticia.
Según reportes de la Policía Nacional, la casa donde se ocultaba Fito ya había sido allanada el pasado 26 de enero, al sospecharse que funcionaba como centro logístico para actividades delictivas. En ese entonces se encontraron dispositivos de seguridad de alta gama, como reconocimiento facial y puertas blindadas, pero no se halló al delincuente.
Hoy, tras la captura, la presencia policial y militar ha desaparecido. Monterrey ha vuelto a su rutina: un sector sin agua, con calles sin luz, y ahora también sin respuestas. La tranquilidad aparente está cargada de tensión. Porque aunque el rostro más visible del crimen organizado fue capturado, los habitantes aún sienten que la sombra del miedo no se ha ido.
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