El pescador Pedro Malavé siempre inicia sus largas noches de travesía en alta mar con una oración invocando a San Pedro. Este artesano, nativo del puerto que tiene el nombre del apóstol, al norte de la provincia de Santa Elena, considera a este personaje como su protector en la actividad que, muchas veces, se torna peligrosa.

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Malavé, de 62 años, ha dedicado medio siglo de vida a la pesca artesanal y a lo largo de este período ha enfrentado varios contratiempos, pero asegura siempre ha salido adelante gracias a su fe en Dios y en el primer Papa de la iglesia católica.

El creyente recordó que, en una ocasión, el motor de su lancha se averió y quedó a la deriva por tres días, expuesto al frío de la noche y al sol en el día.

“No dejé de orar a San Pedro. Sabía que él me salvaría. Entonces, un fuerte viento sopló y dirigió mi lancha hacia tierra firme”, relató con emoción. Desde aquella vez, participa en la organización de las festividades patronales que celebran cada 28 y 29 de junio en esta localidad peninsular.

Sienten la compañía del santo

Además de Malavé, muchos otros hombres que viven de la pesca, comparten creencia en aquel hombre escogido por Jesús para ser ‘pescador de hombres’.

“San Pedro es milagroso. Él nos concede la pesca y nos da salud. Cada vez que salimos al mar nos encomendamos a nuestro patrono para que nos proteja y nos permita regresar con bien a casa”, afirmó Luis Muñoz, otro pescador convencido de que el santo los acompaña en cada faena.

“Cuando el mar se enfurece, le imploramos para que calme las corrientes y así podamos pescar. Siempre nos escucha”, aseguró José Aquino.

Por las numerosas experiencias de pescadores que consideran milagros atribuidos al santo, rezan, hacen ofrecimientos y lo celebran en los últimos días de junio, con ocasión de la solemnidad que la Iglesia celebra.

Dos siglos pescando con fe

Aunque no existe un registro exacto sobre el inicio de esta tradición en este sector de Santa Elena, se estima que la devoción a San Pedro tiene más de dos siglos. Así lo sostiene Elías Orrala, presidente del gremio de pescadores de la comunidad.

“Los abuelos de mis abuelos ya celebraban a San Pedro. Esta tradición tiene muchos años. Ahora nosotros, los más jóvenes, tenemos el reto de no dejar que se pierda”, reflexionó el dirigente Orrala.

Durante, la novena en honor a San Pedro recorrieron todos los barrios del puerto, llevando la imagen del patrono, celebraron con una misa y actos culturales y artísticos.

Uno de los momentos más esperados fue la procesión marítima, realizada al finalizar la novena. Los artesanos participaron con sus embarcaciones y formaron una romería a lo largo del perfil costero del norte peninsular.

En la nave principal llevaron la efigie, protagonista de la tradicional “pesca milagrosa”. Los artesanos lanzaron sus redes al mar y lo que capturaron, lo donaron a la comunidad.

Templo parte de la identidad del puerto

Desde 2015, San Pedro cuenta con una iglesia restaurada. El templo, construido en honor al santo, es motivo de orgullo para sus habitantes. A un costado de la entrada principal colocaron una estatua del apóstol y, al otro lado, un gran crucifijo.

La iglesia posee tres torres hechas con madera de guayacán asentadas sobre una sólida estructura de cemento. Tanto en la fachada como en el interior, sus paredes están revestidas con cerámica decorativa y su piso es de mármol.

Los habitantes de San Pedro afirman que su fe crece día a día y que el templo y su tradición religiosa son parte esencial de la identidad del puerto.

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