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Tragedia en Las Palmas: turista quiteño muere ahogado pese a esfuerzos de rescate
Un paseo en la playa Las Palmas terminó en tragedia cuando el mar embravecido arrebató la vida del turista quiteño Galo Martínez
Lo que debía ser una tarde de diversión y descanso en la playa Las Palmas, en el norte de Esmeraldas, terminó en una tragedia que dejó a una familia y a un grupo de amigos sumidos en el dolor. El domingo 10 de agosto, Galo Martínez, un joven oriundo de Quito, perdió la vida ahogado en medio de la fuerte marejada que golpeaba la costa.
Martínez había llegado al balneario acompañado de amigos de la Sierra ecuatoriana para pasar el feriado por el 10 de Agosto. El grupo, que horas antes había participado en una actividad informativa sobre prevención de consumo de drogas, decidió cerrar la jornada disfrutando del mar. Sin embargo, la marea estaba alta y las olas arremetían con fuerza contra la orilla.
Según testigos, Galo ingresó al agua confiado, pero en cuestión de minutos fue arrastrado por una corriente intensa. Las primeras señales de alarma se escucharon cuando algunos bañistas vieron sus brazos alzarse pidiendo ayuda. Un par de voluntarios se lanzaron al mar para socorrerlo, mientras otras personas gritaban buscando la atención de socorristas.

Fuertes olas no permitieron el rescate
Pese a la rápida llegada del Cuerpo de Bomberos y de personal de emergencia, la fuerza de las olas impidió el rescate. El joven desapareció bajo el agua ante la mirada impotente de sus compañeros y de decenas de turistas que presenciaron la escena.
Horas después, ya caída la noche, su cuerpo fue recuperado y trasladado primero a la Unidad de Policía Comunitaria de Las Palmas y luego al Centro Forense de la isla Luis Vargas Torres, donde se realizaron las diligencias legales correspondientes.
Las autoridades iniciaron una investigación para determinar las circunstancias exactas del incidente y recordaron a los bañistas la importancia de respetar las alertas de seguridad y evitar ingresar al mar cuando las condiciones son adversas.
En la arena quedaron huellas de angustia, rostros bañados en lágrimas y un ambiente de silencio roto solo por el sonido incesante de las olas, que aquella tarde cobraron una vida más en la costa esmeraldeña.