Una discusión, como tantas otras veces, fue el comienzo de una tragedia, en el recinto La Perla, al norte del cantón Rioverde, provincia de Esmeraldas, donde María Carabalí Hurtado fue asesinada. Un drama familiar.

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La mujer afrodescendiente de 36 años, madre, hermana, amiga, fue atacada brutalmente dentro de su casa. Su cuerpo tendido de lado, tenía múltiples puñaladas que desgarraron no solo su piel, sino también el alma de una comunidad. En rostro, brazos y pecho de la víctima quedaron marcados los rastros de la violencia.

Según el informe policial, agentes del subcircuito Rocafuerte 1 llegaron al lugar tras una alerta del sangriento suceso al ECU 911, pasadas las 13:40, del viernes.

Ana María Burbano contó a los uniformados que su hermano, José Tomás Jurado Torres, habría atacado a la conviviente. “No sé qué pasó, solo escuchamos gritos y luego ya todo fue sangre... mi hermano desapareció, dejó a sus hijos huérfanos”, dijo entre sollozos la mujer.

“Ella (María Carabalí) luchaba todos los días, vendía comida, hacía limpieza, trabajaba en lo que sea para sacar adelante a sus guaguas. No merecía esto”, relató su vecina Lourdes, quien la vio por última vez esa misma mañana, lavando ropa.

La madre de María, doña Carmela Hurtado, está en estado de shock, bajo atención psicológica. “Mi hija no me hablaba de sus problemas... decía que todo estaba bien. Yo le creía. Ahora me la mataron”, murmuró mientras se sostenía de los brazos de su hijo menor en la morgue de Esmeraldas.

Dolor y drama entre hijos de la víctimas

Los vecinos de La Perla organizaron el velorio. María será despedida con música y flores, como ella quería. “Esto no puede seguir así”, dice Lourdes con rabia. “Hoy fue María. Mañana puede ser mi hija, mi hermana, yo misma. ¿Qué tiene que pasar para que nos escuchen?”, cuestionó.

Mientras, los hijos de María preguntan por ella. Uno de los más pequeños, de 5 años, no entiende por qué ella no ha regresado.

Cada 21 horas una mujer es asesinada

Este femicidio no es un hecho aislado. Solo entre enero y marzo de este año, Ecuador registró 82 casos similares, la cifra más alta desde que este delito fue tipificado en 2014.

En Esmeraldas, la violencia contra las mujeres tiene un patrón que se repite: la pareja es el agresor, los hijos quedan en el abandono, y las autoridades llegan cuando todo ya está consumado.

“No hay prevención, no hay protección, no hay justicia oportuna”, denunció Geraldine Guerra, presidenta de la Fundación Aldea. “Cada 21 horas una mujer es asesinada”.

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