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El extraño avistamiento que cambió la vida de Daniel Villalobos.Adrian Peñaherrera

Avistamiento ovni en Ibarra: El ovni que detuvo un partido

Un balón, una noche templada y una nave misteriosa marcaron para siempre la vida de un adolescente ecuatoriano

Ibarra, 2008. Era una noche templada de julio y, en el patio de la casa del abuelo, en pleno centro de Ibarra, provincia de Imbabura, el eco de un balón golpeando la pared marcaba el ritmo de un partido improvisado.

Una noche cualquiera en Ibarra… hasta que el cielo parpadeó

Daniel Villalobos tenía 15 años y jugaba fútbol con sus cinco primos. El alboroto y el olor a tierra mojada tras una lluvia ligera completaban ese escenario entrañable.

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Todo parecía tan normal, tan cotidiano… hasta que el cielo parpadeó. Un destello, como el flash de una cámara, lo distrajo. Miró hacia arriba. No era un avión ni un dron, tecnología aún lejana en aquel entonces.

El objeto volador apareció mientras jugaban un partido de fútbol.Adrian Peñaherrera

Lo que Daniel vio fue un objeto circular, grisáceo, del tamaño de un bus urbano, suspendido en el aire, inmóvil. De él emergían luces amarillas y blancas, como si alguien allá arriba intentara hacerse notar.

“Vi un objeto del tamaño de un bus flotando sobre la casa”

“¡Gol!”, gritó uno de sus primos. Pero Daniel no reaccionó. Había dejado de ser jugador para volverse testigo. Se olvidó de la pelota, del marcador, del juego mismo. Corrió hacia la casa. Gritó por su abuelo, buscando una explicación a lo que acababa de ver.

Cuando regresó al patio, tomado de la mano de su abuelo, el extraño objeto comenzó a descender. Lo vio encogerse como un globo que pierde aire, hasta alcanzar el tamaño de un balón de fútbol.

Luces, silencio y una forma que desafiaba la lógica

El objeto flotó unos dos minutos sobre el techo de una casa vecina, una residencia rentera colindante con la Casa de la Cultura. Y luego, con la misma calma con la que apareció, volvió a ascender y desapareció entre las nubes.

“No me dio miedo”, afirma ahora Daniel, 17 años después. “Más bien, sentí curiosidad”, recalca. Esa forma, esas luces, ese comportamiento no le parecían de este mundo. Fue su abuelo, recuerda, quien le aseguró que se trataba de una nave extraterrestre. ¡Lámpara!

El objeto volador tenía una forma circular.Adrian Peñaherrera

“No estamos solos”

En esa época, el acceso a internet era limitado. Su búsqueda de respuestas quedó en preguntas sin resolver. Pero en 2016, durante una noche de campamento en las aguas termales de Chachimbiro, el cielo volvió a ‘hablarle’.

Esta vez con un objeto diferente: alargado, en forma de cigarro, que se desvaneció sin dejar rastro.

Para Daniel, ya no hay duda: “No estamos solos”. Hoy quiere sumergirse en el estudio de la ufología, no por moda ni obsesión, sino por la certeza íntima de que fue testigo de algo real.

La ciencia aún no le responde, pero su memoria, tan persistente como la mirada de un niño hacia lo desconocido, le repite esa escena una y otra vez. Aquel gol fue el precio por mirar al misterio. Y, para él, valió la pena.

¿Qué vio realmente Daniel? Entre la ciencia y el misterio

El ufólogo Byron Caranco destaca que, debido a la naturaleza de estos objetos voladores no identificados, aún no se ha logrado registrarlos.

“Los ovnis no se meten con gente que no les interesa, por eso es que ellos (alienígenas) los vieron y el platillo no se les acercó. Al tener la habilidad de encogerse hace difícil encontrarlos. Ellos utilizan su habilidad para no ser vistos”, aclara.

“En Ibarra hay una gran presencia de ovnis. Sin duda alguna este es una de las grandes evidencias de un tipo de ovni que aún no se ha podido registrar. Ver estos platillos es casi imposible”, agregó.

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