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COVID-19: Las duras de la pandemia

EXTRA habló con 4 mujeres que enfrentaron al ‘bicho’ desde la primera línea de acción. Ellas trabajan en sectores estratégicos y cuentan sus historias

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La doctora Orozco revisa el suero de un paciente.Karina Defas

Ellas forman parte de los batallones que luchan a diario para combatir la propagación del coronavirus en Quito.

Son heroínas. Están en primera línea desde el inicio de la pandemia, luchando contra un enemigo invisible. Y hoy que se celebra el Día Internacional de la Mujer, Diario EXTRA les rinde un homenaje.

La doctora María Fernanda Orozco trabaja en el área de emergencias del Hospital IESS Quito Sur. Ella cuenta que el 16 de marzo del 2020 tenía turno y viajaba de Riobamba, su tierra natal. Su idea era cumplir con su horario y retornar.

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Sin embargo, nunca creyó que ese día declararían al país en estado de excepción por la COVID-19 y se alejaría de su familia por casi un año.

Orozco solo traía la ropa que llevaba puesta y un par de uniformes. Así que le tocó pedirle posada a una de sus compañeras durante casi un mes hasta buscar un lugar donde dormir.

Su madre le decía que renunciara al cargo por el peligro al que se expondría, pero ella no lo hizo “porque quería salvar la vida de los enfermos”.

Luego de vivir donde su amiga, se le hizo difícil conseguir un departamento. No le querían arrendar porque trabajaba cara a cara con el ‘bicho’. Incluso cuando salía a comprar a la tienda le ninguneaban.

Orozco dejó el miedo y decidió armarse de valor para enfrentar la pandemia. Quería demostrar lo que aprendió en las aulas de la universidad, aunque nunca les habían dado una clase de cómo enfrentar una emergencia sanitaria de este tipo.

El momento más crítico que vivió en los 12 meses de pandemia fue cuando le entregaron el turno con 141 pacientes en estado leve y grave. La mujer, de 31 años, quedó impactada al ver los cuerpos de los enfermos llenando los pasillos junto a un tanque de oxígeno y otros en el suelo esperando ser atendidos.

“El nivel de estrés fue tan alto que algunos compañeros renunciaron. No soportaron”.

Sin embargo, ella se quedó para enfrentar ‘la guerra’ y ahora lidera el área de emergencias de este hospital, en el que trabajan 1.309 mujeres, lo que representa más del 70 % del personal de salud.

Como ella, igual de ‘dura es Mayra Pérez. Permanece afuera de las carpas instaladas para recibir a los pacientes con sospecha de coronavirus, donde ella y sus compañeras han recibido a gran parte de las 64.000 personas con síntomas respiratorios que han llegado a este centro hospitalario desde el año pasado.

La médica familiar reconoce que las mujeres del centro han sido un soporte emocional para el resto de profesionales. “Nuestro carácter fuerte los ayudaba. Siempre hemos sido positivas”, comenta Pérez.

DESDE LAS CALLES

A 20 minutos de ahí, en el Distrito de Policía Quitumbe, la subteniente Analuisa Zurita se coloca la mascarilla y sale junto a sus compañeras de equipo a controlar las aglomeraciones que se registran en algunos barrios del sur.

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La teniente Zurita (izq.) se contagió de COVID-19 el año pasado.Cortesía

La mujer ha estado en varios operativos y en el levantamiento de cadáveres con coronavirus. Esto provocó que contrajera el virus y lo llevara a su casa, infectando a su hijo, a su madre y a su esposo.

Luego de superar la enfermedad y a pesar de tener un poco de miedo por volver a contagiarse, Zurita continúa en sus labores con el mismo ímpetu que antes. “Somos una fuerza muy importante en el país. Hemos demostrado ser trabajadoras y comprometidas con la gente”.

Por el Centro Histórico circula un camión de la Empresa Pública Metropolitana de Aseo (Emaseo) manejado por doña Lorena Velasco, una de las 280 mujeres que laboran en esta entidad municipal.

Desde que se inició la emergencia sanitaria, ella y sus compañeras se han expuesto al coronavirus porque recogen los desperdicios en las calles, plazas y parques. En ocasiones tenían temor al hacerlo cerca de los centros hospitalarios.

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Velasco siempre soñó con manejar un vehículo pesado.Cortesía

Sin embargo, Velasco dice que sus padres le enseñaron a ser comprometida con su trabajo. “A pesar de ser un oficio de hombres que incluso a mi pareja no le agradaba, yo he cumplido mi sueño de manejar un vehículo pesado y hacer el trabajo que me gusta”, menciona.