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Diario Extra Ecuador

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Pedernales, entre la desolación y el olvido

Los Damnificados por el terremoto del 16a continúan viviendo en carpas a la espera de ayuda de las autoridades. Beneficiarios de proyectos como Nueva Chorrera aseguran que realizan sus necesidades biológicas en los matorrales.

Cerca de cumplir dos años de vivir en carpas, los damnificados piden respuestas a las autoridades por el trámite de sus viviendas.

Cerca de cumplir dos años de vivir en carpas, los damnificados piden respuestas a las autoridades por el trámite de sus viviendas.Evelyn Centeno-Archivo / EXTRA

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Algunos se fueron por sus propios medios, otros salieron favorecidos en proyectos de reconstrucción luego del terremoto del 16 de abril de 2016, pero para los que se quedaron en los distintos asentamientos de damnificados en Pedernales, las cosas están igual o peores, porque las carpas y los plásticos que los protegen de la intemperie están agujereados.

Ellos se sienten olvidados por las autoridades, quienes les prometieron que los ayudarían a salir adelante. Aseguran que cuando acuden a pedir información sobre la entrega de viviendas lo único que escuchan es “espere”, justamente de lo que se han cansado de hacer.

Al costado derecho de la vía que conecta a Pedernales con Jama hay varias carpas. En uno de los puntos viven Agustín Gracia y María Ayosa con sus diez hijos. El menor tiene apenas un mes de nacido.

“Vivimos aquí porque no tenemos a dónde ir. Se aguanta sol y la lluvia se mete a la parte donde duermen los niños”, cuenta Gracia. Ellos vivían en Cojimíes, en la propiedad de una familiar, pero se cayó en el terremoto. Debido a la escasez de trabajo en la parroquia pesquera se trasladaron a Pedernales a los pocos días del sismo y permanecen en el mismo lugar hasta la fecha.

En todo ese tiempo no han recibido ayuda, más que la de un estadounidense que les dejó una carpa, que ahora los cobija del frío por las noches. Ahí descansa la pareja, su nuevo bebé y sus dos hijas. En el otro espacio duermen sus seis hijos, quienes viven temerosos de que en cualquier momento un carro pierda pista y se vaya con todo sobre su asentamiento.

Plásticos de distintos colores cubren el espacio donde María cocina, por la mañana y la tarde, porque apenas les alcanza para dos comidas. “Trabajo de lo que me toque: en construcción, pesca o piscinas de camarón. Dos o tres días por semana al menos alcanzan para la comida y cuando no pedimos a familiares o vecinos que nos apoyen con arroz o cualquier cosita”, confiesa angustiada Gracia.

En varias ocasiones, la familia ha sido visitada por funcionarios que les han tomado los datos, pero hasta ahora no han recibido una información precisa de su reubicación.

María guarda la esperanza de que pronto les darán una casita segura y digna para vivir, mientras tanto seguirán ahí, indica.

Su vecina Norma Martínez habita con sus cuatro hijos en un espacio que ha levantado con cañas, zinc y plástico, sobre el concreto de una construcción incompleta que hay en el lugar. Ella trabaja esporádicamente descabezando camarón, con los pocos ingresos que tiene se provee de alimentos y sustenta los estudios de sus pequeños.

Comparte sus penas con su amiga Rocío Bustamante, quien atraviesa una situación similar, en una estructura improvisada también de plásticos, junto a la casa de su madre.

El menor de sus cinco hijos está enfermo. Presenta una diarrea desde hace más de dos semanas y, aunque lo han atendido en el subcentro de la localidad, aún no se recupera. Ella sostiene que la insalubridad de las carpas y la proliferación de plagas afectan constantemente a los niños.

Las dos mujeres comentan que antes del terremoto vivían en casitas rentadas y que a raíz de la tragedia no les ha quedado más que levantar un lugar para dormir como sea.

“Con mi mamá estuvimos haciendo papeles (trámites) para meter carpeta y que nos den una casita, pero más que gastamos en esos documentos y copias, porque no estamos en las listas”, manifiesta.

Norma dice que sí logró ingresar su documentación en el Comité de Operaciones Especiales, donde están funcionarios del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi), y le han pedido que espere desde hace un año aproximadamente. Ambas sueñan con que les den una vivienda o un terreno y les ayuden a construir algo sencillo. “Lo que sea, así sea pequeñito, donde sea, uno camina. Pero que sea de uno”, dice Bustamante.

Asentamientos de pobladores de La Chorrera

En la vía que conduce a La Chorrera, unos tres asentamientos permanecen intactos. Los que se han quedado, afirman, es porque no tienen más opciones y no han perdido la esperanza de que sean favorecidos con un nuevo lugar donde vivir.

Mientras tanto, el sol recalienta sus carpas por el día, y por la noche el viento y las lluvias los dejan vulnerables. Los plásticos y lonas con los que dan forma a sus improvisados hogares se han rasgado, el color azul eléctrico de sus carpas ahora es un opaco celeste, que a la mínima fuerza se rompe.

Karina Zambrano ha vivido en uno de estos lugares desde los primeros días después del terremoto. Al principio eran abastecidos por tanqueros de agua de forma gratuita, también recibían donaciones alimenticias y una que otra ropa.

Ahora el panorama es distinto. Los reservorios del líquido vital se los llenan por uno o dos dólares, no tienen energía eléctrica ni ningún servicio básico. Entre ellos tratan de apoyarse para sobrevivir. Quienes tienen la posibilidad de trabajar salen a buscarse la vida.

Han mantenido reuniones con personal del Miduvi, asegura Zambrano, por lo que esperan que pronto les den buenas noticias para su reubicación. “Dicen que se podrá construir en La Chorrera, que se levantará la declaratoria de zona de riesgo”, detalla. Mientras tanto viven inundados por el polvo y acosados por enfermedades.

Nueva Chorrera, sin servicios

Cuando les dieron la noticia de que podrían trasladarse a sus nuevas casas estallaron de alegría, que no les duró mucho cuando les advirtieron que no podrían usar los baños porque supuestamente no estaba terminado el sistema de desechos, además de que no contarían con agua ni luz.

Recibieron las llaves y se posesionaron en sus nuevas casas en el proyecto Nueva Chorrera, en la parte alta del sitio. Benedicta Valdez, una de las habitantes del proyecto, manifestó que no le quedó más que aceptar la carencia de los servicios básicos, pues estaba cansada de pasar penurias en las carpas.

Les prometieron que para finales del año pasado sus problemas iban a ser solucionados, pero hasta la fecha las cosas siguen igual, revela la mujer.

Unas cuantas casas tienen energía porque en diciembre del 2017, a través de un cable, llevaron el servicio para hacer un agasajo a los niños, pero el resto sigue a oscuras.

Santa Arsenta, otra de las habitantes, cuenta que para hacer las necesidades biológicas se han visto obligados a bajar a los matorrales de la parte trasera.

Culebras y otros animales han sido avistados en las cercanías, pero afirman que no tienen más opciones, pues las baterías sanitarias de sus domicilios están inhabilitadas.

Su mayor temor es que los niños, que también recurren a los matorrales, puedan sufrir alguna caída o ataque de animales salvajes. Los afectados sostienen que, provisionalmente, les dieron un baño para todos los moradores. Por la alta demanda y la falta de agua dicen que ha colapsado y por eso mejor van al monte.

Las familias que viven en el lugar sostienen que si bien es cierto tienen un techo seguro, siguen viviendo situaciones que vulneran su integridad. “Por lo menos que nos dieran los servicios básicos, uno como quiera se las arregla. Del agua tenemos que estar pendientes de los tanqueros para que nos vengan a vender”, señaló Valdez.

CRONOLOGÍA

16-04-2016

El epicentro del terremoto de 7,8 grados se registró frente a las costas de Pedernales y dejó 183 muertos en esta localidad que quedó destruida en un 70 por ciento.

20-05-2016

Entró en vigencia la Ley Solidaria que buscaba recaudar 1.090 millones de dólares a través del incremento por un año al IVA del 12 a 14% y de la contribución que trabajadores públicos y privados brindarían con un día de su salario.

23-07-2016

120 millones de dólares recaudados por la Ley Solidaria fueron entregados a proveedores de Manabí y Esmeraldas.

06-01-2018

El Ministerio de Finanzas reveló que tomó 300 millones de dólares de las recaudaciones por la Ley de Solidaridad. El “traslado temporal” del dinero se realizó de la cuenta del presupuesto general para la reconstrucción y construcción de zonas afectadas a la cuenta única del Tesoro.

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