Takahiro Shiraishi, de 34 años, fue ejecutado por ahorcamiento este viernes 27 de junio en el Centro de Detención de Tokio. La condena capital se aplicó tras su responsabilidad en el asesinato y desmembramiento de nueve personas, la mayoría mujeres jóvenes, contactadas por medio de Twitter (ahora X).

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Esta ejecución marca la primera aplicación de la pena de muerte en Japón desde el año 2022, en un caso que generó gran impacto social y mediático desde su revelación en 2017.

Así operaba el “verdugo” en redes sociales

Los crímenes salieron a la luz cuando la policía investigó la desaparición de una joven de 23 años en octubre de 2017. El rastro condujo al departamento de Shiraishi, ubicado en la ciudad de Zama, en las afueras de Tokio.

Durante el allanamiento, los agentes encontraron tres neveras portátiles y cinco contenedores con restos humanos, incluyendo cabezas y huesos.

Las víctimas, entre 15 y 26 años, fueron contactadas a través de Twitter, donde publicaban mensajes relacionados con pensamientos suicidas. Shiraishi utilizaba una cuenta bajo el nombre traducido como “verdugo”, desde la cual ofrecía ayuda para morir, una estrategia para atraerlas a su vivienda.

Crímenes confesos y condena firme

Shiraishi confesó los asesinatos en la corte y afirmó que los cometió para satisfacer sus deseos sexuales y obtener beneficios económicos.

En diciembre de 2020, fue condenado por asesinato, violación, desmembramiento y ocultamiento de cadáveres, crímenes cometidos en un periodo de dos meses.

El ministro de Justicia de Japón, Keisuke Suzuki, fue quien firmó la orden de ejecución. En su declaración, aseguró que el asesino actuó “por motivos egoístas”, causando un “profundo daño emocional a la sociedad” y gran sufrimiento a las familias de las víctimas.

“Este caso representa uno de los episodios más crueles y calculados en la historia penal reciente del país”, afirmó Suzuki.

Debates legales y argumentos rechazados

Durante el juicio, la defensa legal expuso que las víctimas habían expresado su deseo de morir, lo que, según los abogados, debía influir en la pena.

El tribunal sostuvo una postura distinta y concluyó que los actos fueron planeados con frialdad, sin mostrar empatía alguna por las víctimas. El juez consideró los crímenes como “extremadamente astutos y despiadados”.

Japón y Estados Unidos se mantienen como los únicos países del G7 que aplican la pena de muerte. El método de ejecución en territorio japonés es el ahorcamiento, y su aplicación se mantiene bajo estricto secreto. Las autoridades informan a los reos y a la opinión pública solo horas antes del cumplimiento de la sentencia.

En una encuesta realizada en 2024 por el gobierno japonés, el 83 % de los encuestados manifestó respaldo a la pena capital, lo que refleja un fuerte consenso social frente a este tipo de castigo en casos de extrema gravedad.

Un caso que dejó huella en la historia criminal de Japón

La historia del “asesino de Twitter” continúa generando impacto dentro y fuera del país. Su forma de operar, basada en la manipulación digital y el aprovechamiento de la vulnerabilidad emocional de sus víctimas, reabrió discusiones sobre el control de redes sociales y la salud mental en entornos digitales.

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