Desde este miércoles 6 de mayo de 2025, la Capilla Sixtina vuelve a ser el epicentro espiritual del mundo. Un total de 133 cardenales, procedentes de todos los rincones del planeta, se han encerrado en el cónclave que decidirá quién será el próximo líder de la Iglesia católica, tras la muerte del papa Francisco.

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Se trata del cónclave más numeroso y heterogéneo en los siglos de historia del Vaticano. La diversidad de los participantes responde al legado de Francisco, quien durante su pontificado impulsó una Iglesia menos centrada en Europa y más en el mundo.

La jornada iniciará con la tradicional misa ‘Pro Eligendo Pontifice’, celebrada en la Basílica de San Pedro. Luego, los cardenales ingresarán en procesión a la Capilla Sixtina.

En cuanto todos ocupen sus sitios, el maestro de ceremonias, monseñor Diego Ravelli, pronunciará el clásico ‘Extra omnes’, ordenando la salida de cualquier persona ajena al proceso.

El Vaticano ha activado estrictas medidas de seguridad y secretismo: los teléfonos de los cardenales serán requisados, las cámaras y sensores de la Capilla Sixtina desactivados, además de que la red móvil del minúsculo Estado vaticano (0,4 km²) será completamente bloqueada. Ni una sola palabra debe salir de esas reuniones. La pena por revelar lo discutido es la excomunión.

Hoy podría verse la primera ‘fumata’, esa señal de humo que emana de la chimenea vaticana: si es negra, no hay acuerdo; si es blanca, hay nuevo pontífice.

Sin embargo, todo indica que el proceso se prolongará varios días, con los purpurados alojándose por las noches en la Casa Santa Marta y otros espacios del Vaticano.

Mientras tanto, miles de fieles se concentrarán en la Plaza de San Pedro, atentos al cielo del Vaticano, esperando el momento en que se observe el humo blanco.

Ecos de un cónclave milenario y la intrigante espera del sucesor de San Pedro

Mientras los ojos del mundo se posan nuevamente sobre la Capilla Sixtina, aguardando la primera señal de humo que anuncie el rumbo de la Iglesia Católica tras el pontificado de Francisco, resuenan ecos de un pasado donde la elección papal se extendió por un lapso asombroso. La nota actual menciona la posibilidad de que el proceso dure varios días, pero la historia recuerda un cónclave que se prolongó durante la increíble cifra de 1.003 días, desde la muerte de Clemente IV en 1268 hasta la elección de Gregorio X en 1271.

Este prolongado interregno, conocido como la Sede Vacante más larga de la historia, no solo sumió a la Iglesia en una profunda incertidumbre, sino que también expuso las tensiones y luchas de poder entre las diferentes facciones cardenalicias. La ciudad de Viterbo, donde se llevó a cabo el cónclave, se convirtió en un hervidero de intrigas y presiones externas. La falta de un líder espiritual generó un vacío de autoridad que afectó no solo a la Iglesia, sino también al panorama político europeo de la época.

La leyenda cuenta que, ante la exasperante demora, los habitantes de Viterbo tomaron medidas drásticas para urgir a los cardenales a tomar una decisión. Se dice que los encerraron bajo llave, les racionaron la comida e incluso les quitaron el techo del palacio donde deliberaban para que sintieran la urgencia de la elección. Finalmente, y tras la intervención de figuras como San Buenaventura, Gregorio X fue elegido, implementando posteriormente estrictas reglas para los cónclaves futuros con el objetivo de evitar la repetición de tan dilatados procesos.

Este precedente histórico subraya la trascendental importancia de la elección papal y la atmósfera de incertidumbre que siempre rodea al cónclave. Aunque las normas actuales buscan agilizar el proceso, la complejidad de las dinámicas internas, las diferentes visiones sobre el futuro de la Iglesia y la necesidad de un consenso entre una asamblea diversa de cardenales pueden generar una espera tensa.

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