Los dos balazos que Sandra Jimena López Arena recibió en la espalda y que acabaron con su vida no eran para ella, sino para su vecino Gregory Gabriel Freire Heras, aseguró Gustavo Arellano, esposo de la mujer asesinada.

El viudo contó que Sandra, de 46 años, y quien era de nacionalidad colombiana, estaba sentada en el bordillo de cemento de la ventana de su domicilio, ubicado en las calles Rosendo Avilés, entre la 30 y 31 (suburbio de Guayaquil), cuando fue alcanzada por los disparos. Conversaba con su progenitora, su hijo y la esposa de este.

“Mi esposa es una víctima colateral, ella nada tiene que ver con lo ocurrido, tampoco tenía enemigos. Ella me esperaba todas las noches asomada en la ventana, ansiando que regrese de mi trabajo como taxista, sano y salvo”, contó con tristeza Gustavo.

Recordó que Sandra y él se conocieron hace más de dos décadas en la frontera de Ecuador con Colombia y que desde ese momento se volvieron inseparables.

“Antes de ser taxista trabajé como disc-jockey. Estaba a cargo de la música, la vi y quedé flechado. Tenemos un hijo en común, ella tiene otro de un primer compromiso”, añadió.

Sostuvo que los restos de su amada serán trasladados hasta la ciudad de Manizales, capital del departamento de Caldas (Colombia), donde nació.

El hecho violento, perpetrado por tres sujetos que llegaron en un vehículo negro, también acabó con la vida de Gregory Gabriel, de 33 años, quien registraba antecedentes penales por delincuencia organizada, en el 2017.

La madre de Gregory manifestó a los investigadores que su hijo se encontraba afuera de su domicilio conversando con un vecino cuando lo atacaron.

También dijo que horas antes de su asesinato, Gregory acudió a la Fiscalía para asentar una denuncia por la desaparición de su conviviente.

Sin embargo, una fuente policial reveló que la víctima habría estado dedicada al expendio de droga en el sector y que su asesinato fue producido por disputa de territorio. (AEB)