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¡Van confiadas porque ya no les silban!
Mujeres se mostraron sorprendidas ante el cartel de esa obra, ubicada en el norte de Quito. Confirman que no se sienten acosadas en ese espacio.

El cartel promueve el respeto, tanto entre ellos como por quien transita por la zona.
Estaba nerviosa y podía sentir un ‘vacío’ en el estómago. Hace 80 días, María José Reyes vio a los trabajadores de una construcción instalarse en la calle Suiza, norte de Quito, e imaginó que los silbidos y “piropos inapropiados” formarían parte de su rutina desde ese momento.
Dejó su vehículo estacionado y caminó junto a la obra hacia su trabajo. A medida que se acercaba a los hombres, su ritmo cardíaco se aceleró y con disimulo, pero rápidamente, cubrió su derrier con la parte trasera de su blusa.
De pronto, “nada. No silbaron, no morbosearon y no me miraron raro. La verdad ahora paso tranquila por aquí. Casi ni se nota que ellos ahí están”, precisó.
Un pequeño letrero en el cerramiento de la edificación pacta un compromiso. “En esta obra no silbamos a las mujeres y estamos en contra del acoso callejero”, relata el cartel.
Laura Quintana no había notado aquel anuncio, pero se sintió complacida al ver el ambiente seguro que genera esa construcción en el lugar.
“El admirar la belleza de una mujer no está mal. El problema es el morbo y las palabras que usan son causantes de malestar”, precisó.
Esta iniciativa hace que las féminas del sector no se cambien de vereda para circular con tranquilidad. Finalmente ese era el objetivo que tenía la constructora encargada de ese proyecto.
Francisco Moya, coordinador de seguridad industrial, reveló que el objetivo del cartel era eliminar ese estereotipo soez que tienen los obreros. “Los hemos capacitado para que dejen de lado las malas palabras y las ofensas, tanto entre ellos como con las mujeres que pasan por aquí”, dijo.
Además de esa pancarta, muchas otras se han distribuido por la obras de esa constructora. Para Moya, estos carteles tienen imágenes muy fuertes y mensajes como: “Podría ser tu mamá, tu hermana o tu hija y la familia te espera”.
Los albañiles
Para Héctor Taimal las frases irrespetuosas hacia las damas le son ajenas. Desde los 12 años que empezó en la profesión su padre le inculcó el respeto a los demás. “Nunca he gritado algo inapropiado, de verdad”, argumentó.
Incluso ahora como maestro mayor pide a sus compañeros no atentar contra las féminas. “Les he puesto orden. Les digo que si silban se les va a multar”, acotó.
Ángel Ortega piensa que el respeto se aprende en el hogar. Él tiene tres hijas y cada que una jovencita se cruza por la obra piensa en ellas.
Ambos coinciden en que si estas iniciativas se difunden más gente se involucrará y los espacios públicos serán más seguros para las mujeres. “Hoy le silbas a una chica, pero otro día puede ser tu hija la que recibe ese tipo de acoso”, concluyó.