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Diario Extra Ecuador

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Carcelén, el ‘campamento’ de venezolanos tiene resguardo policial

Venezolanos esperan donaciones de pasajes para continuar su viaje. Agentes policiales piden documentos a quienes se acerquen a ofrecerles empleo.

Agentes del distrito La Delicia hacen patrullaje constante en el asentamiento de personas venezolanas.

Agentes del distrito La Delicia hacen patrullaje constante en el asentamiento de personas venezolanas.Gustavo Guamán / EXTRA

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El espacio verde del intercambiador de Carcelén está lleno, hay mucho movimiento, entre los que llegan con sus maletas, los automóviles que llevan comida y el reparto de las donaciones.

Esta zona del norte de Quito se convirtió en un campamento improvisado de ciudadanos venezolanos que arriban al país para trabajar, o el paso de quienes avanzan hasta naciones como Perú, Chile o Argentina.

Junto a ese espacio se encuentra una patrulla policial, tres gendarmes dan vueltas por la zona para garantizar la seguridad de los extranjeros y transeúntes. Según Byron Baquero, subteniente de policía del Distrito La Delicia, el patrullaje es constante y se cumple las 24 horas, aunque no se han presentado desmanes ni robos todavía.

“Es un trabajo preventivo, así mantenemos la tranquilidad de los moradores y de quienes duermen a la intemperie”, comenta el policía. Además se busca prevenir la explotación laboral y posible trata de personas.

“Aquí vienen a ofrecerles trabajo y se los llevan”, afirma Baquero. Quienes llegan con estas ofertas deben ahora presentar su cédula e indicar cuál es el trabajo que harán los extranjeros.

“Levantamos un parte policial para registrar a dónde y a qué se van”, sostiene el gendarme.

Sin embargo, la convivencia tiene como consecuencia la producción de basura, sobre todo porque las donaciones llegan en envases desechables. Las fundas se han acumulado en una esquina del asentamiento extranjero, donde las moscas ya se han apostado.

“Nos organizamos para recoger la basura, tratamos de mantener el espacio limpio”, dice Eduardo Rodríguez, venezolano que llegó de Maracay. En cada árbol hay cajas de cartón para colocar los desperdicios. Además no cuentan con baterías sanitarias, por lo que tienen que ir hasta la terminal de Carcelén para ir al baño.

“Tenemos que pagar 15 centavos por cada vez que vamos. Nos quedaría bien un baño público”, comenta Javier Pérez. Los habitantes del intercambiador solicitan que alguien se lleve los desperdicios que se generan.

Los que se quedan

El viernes llegó un autobús gestionado por gente voluntaria para trasladar a estas personas hacia el albergue San Juan de Dios, pero a pesar de que había cupo para 20, solo 7 personas fueron al refugio.

“No pueden quedarse mucho tiempo aquí, hay espacios disponibles para ellos”, comentó Ricardo Camacho. Según Camacho, en el lugar se les ofrecerá programas de emprendimiento, pero se encontró con la negativa de la mayoría.

Javier Pérez, por su parte, dijo que quienes decidieron quedarse a la intemperie son las personas que desean viajar hasta la frontera para avanzar a otros países.

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