Los establecimientos en los que faenan animales como aves de corral o ganado porcino, sin autorización o permisos necesarios, se han convertido en el objetivo principal de los funcionarios de la Agencia Metropolitana de Control (AMC) del Municipio de Quito en la última semana. 

Inflaban pollos con agua

La clausura de un lugar en el que supuestamente inyectaban agua y otros líquidos a los pollos para incrementar su peso y, por ende, para aumentar el precio de venta al público, alerto a los quiteños. Sobre todo a los habitantes de San Francisco de Huarcay. 

Este es un barrio popular ubicado en el extremo del suroccidente de Quito en las faldas de los páramos. Muchas de sus calles no tienen asfalto y solo una compañía de transporte urbano pasa por este sitio. 

Este lugar se ha vuelto clave para que los productores inescrupulosos infrinjan la ley y hagan lo que quieren con el procesamiento de alimentos, en este caso, los cárnicos. Mario Puente, líder zonal de la AMC de Quitumbe señaló que el día en el que clausuraron el sitio donde inflaban pollos también cerraron un lugar donde faenaban cerdos. 

Este lugar se encontraba cuatro cuadras antes de llegar al primer establecimiento. Según el funcionario, notaron un olor en el ambiente que les hizo pensar que estaban quemando la piel de los chanchos, proceso que se lo realiza para eliminar pelos y facilitar el pelado. 

Cuando se acercaron al lugar para realizar una intervención, el propietario se habría escondido debajo de unas tablas. Los inspectores permanecieron en el lugar hasta que alguien abriera la puerta y parientes del dueño los ayudaron a ingresar. 

Suciedad e insalubridad

En el interior se encontraron con una imagen desagradable. El cuerpo de tres chanchos abiertos por la mitad estaban esparcidos en el suelo en un lugar antihigiénico. Por su fuera poco, las tripas de estos animales estaban amontonadas a un costado. 

Lo peor de todo fue que los funcionarios notaron que había ratas muertas cerca lo que convertía en un lugar peligroso y un alto foco de infección. Además, había carne guardada en fundas y que no eran tratadas como corresponde ni estaban en proceso de refrigeración que se requiere para esta actividad. 

En total retiraron más de 600 libras de carne que no estaba apta para el consumo humano y se clausuro el establecimiento. También se inició el acto administrativo sancionador en contra del propietario el mismo que, dependiendo del proceso, se puede castigar con el pago de 9 a 15 salarios básicos unificados.  

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