A cinco metros del Estero Salado, estaba el casquillo de la bala que impactó a Diego Carpio, residente de la cooperativa 10 de agosto, que fue herido la tarde del sábado 19 de marzo en el Guasmo, sur de Guayaquil.

La algarabía del fútbol había llegado al barrio. Un grupo de muchachos había organizado un partido en una cancha que se ubica 30 metros más adelante, aproximadamente.

Todos, listos y dispuestos a disfrutar, empezaron el camino. En ese momento, un auto Hyundai apareció y empezó a “repartir bala”, como lo cuenta un morador quien prefiere mantenerse en el anonimato por temor a represalias.

Este mismo vecino asegura haber escuchado siete disparos; sin embargo, Criminalística, al levantar los indicios, halló 10 restos de perdigones en la calle en la que el grupo fue baleado.

“Estábamos haciendo un binguito y cuando siento las balas me lancé al piso. A lo que me recuesto, me caen encima los demás porque intentaban lo mismo que yo” cuenta con tranquilidad el señor luego del ataque.

En el sitio estaban agentes de la Policía Nacional y Dinased para recabar datos que ayuden a esclarecer lo suscitado.