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“Hay un lugar en el cielo donde nos esperarán”
Miguel Ángel González, Quito
Un grupo de uniformados cargó sobre sus hombros los 17 féretros que arribaron ayer a las 14:00 a la Escuela Superior Militar Eloy Alfaro, en Quito, e hicieron un pequeño recorrido dentro de la institución, hasta llegar al casino de oficiales.
Los familiares seguían el cortejo, que llegó desde el aeropuerto Mariscal Sucre, en Tababela, al interior de la infraestructura militar. Una misa se celebró cuando los ataúdes fueron depositados en la gran sala y un grupo de trompetistas del Ejército entonaba melodías que hacían enternecer a los presentes.
Aferrados a los féretros, padres, madres, hijas y esposas no daban crédito a lo que estaba pasando. No aceptaban que los integrantes del curso de maestros de salto, uno de los más importantes en la vida de un militar, no hayan regresado a casa.