El jueves 14 de agosto, Israel llevó a cabo bombardeos en al menos dos zonas del sur del Líbano, señalando como objetivos instalaciones del grupo chií Hezbollah. Las operaciones forman parte de las nuevas políticas israelíes orientadas al desarme de la organización.

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De acuerdo con la Agencia Nacional de Noticias del Líbano (ANN), los ataques se concentraron en la zona de Jouret Khader al Qatrani, en Jezzine, y de forma simultánea en Wadi Barghaz, en Hasbaya. Hasta el momento, no se han ofrecido detalles oficiales sobre posibles víctimas o daños materiales.

Objetivos y contexto militar

En un comunicado, el Ejército israelí señaló que sus fuerzas alcanzaron varias infraestructuras subterráneas de Hezbollah, calificando su existencia como una violación “flagrante” del acuerdo de alto el fuego firmado en noviembre pasado. A pesar de este pacto, Israel ha mantenido ataques selectivos contra objetivos que considera vinculados con combatientes o instalaciones estratégicas de la organización chií.

Ese mismo día, en Aitaroun, localidad fronteriza, un ataque con dron a un automóvil dejó como saldo dos personas heridas, según informó el Centro de Operaciones de Emergencia del Ministerio de Salud libanés. Las operaciones militares continúan en medio de la tensión regional.

Plan de desarme y respuesta iraní

El gobierno del Líbano impulsa un plan para el desarme de Hezbollah, con un informe detallado que el Ejército libanés debe presentar antes del 31 de diciembre. Sin embargo, Irán, principal patrocinador de la organización, advirtió que Hezbollah no entregará sus armas.

Alí Akbar Velayati, asesor internacional del líder supremo iraní Ali Khamenei, señaló que los intentos previos de debilitar al grupo extremista no prosperaron, incluso cuando contaba con menos recursos y apoyo social. “Si Hezbollah entregara sus armas, nadie defendería la vida y los bienes de los libaneses frente a posibles agresiones”, aseguró.

Críticas a Estados Unidos y amenazas regionales

Velayati criticó además la propuesta estadounidense de establecer un corredor estratégico en el sur del Cáucaso, sosteniendo que supone un riesgo para la estabilidad regional y podría ocasionar la partición de Armenia.

En referencia a declaraciones de Donald Trump sobre un supuesto alquiler de 99 años de ese corredor, el asesor iraní afirmó: “¿Acaso el sur del Cáucaso es una tierra sin dueño para que Trump venga a alquilarla? Este paso no se convertirá en propiedad de Trump, sino en un ‘cementerio para sus mercenarios’”. Su postura reafirma la oposición de Teherán a cualquier modificación geopolítica que facilite la presencia estadounidense en la región.

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