Exclusivo
Actualidad

A la izquierda Teddy, un perro víctima de zoofilia. A la derecha, representaciones de animales sexualizados difundidos en Telegram.Cortesía

La ley que no protege a los animales: Así operan grupos de zoofilia en Ecuador

Canales de Telegram revelan un mundo oculto donde usuarios comparten fantasías de zoofilia. La ley actual impide actuar de oficio

En la oscuridad de internet, entre enlaces disfrazados y grupos de Telegram, circulan contenidos perturbadores. Basta con escribir la palabra “zoofilia” en el buscador para encontrar canales públicos donde usuarios de todo el mundo, incluidos ecuatorianos, conversan abiertamente sobre sus fantasías sexuales con animales.

(Lea también: La desgarradora historia de refugio canino abandonado: osamentas y perros desnutridos)

Aunque algunos de estos grupales prohíben explícitamente la distribución de material ilegal -como contenido con menores o imágenes explícitas-, otros ofrecen suscripciones privadas donde, según indican los propios miembros, sí se comparten videos zoofílicos.

En uno de estos grupos al que accedió EXTRA, un usuario preguntaba sin pudor: “¿Algún consejo para limpiar y tener sexo con mi perro? Lo que sea para relajarlo o sedarlo de forma segura. Realmente quiero estar con él”. Este tipo de mensajes, lejos del rechazo, reciben respuestas, consejos e incluso mensajes de aliento.

[MISSING]binding.image.descriptionCortesía

Zoofilia: Delito de acción privada, ¿qué significa?

La gravedad de este tipo de contenido va más allá del asco: refleja una problemática social y legal latente en Ecuador, donde la zoofilia -o bestialismo-, aunque tipificada como delito desde 2020, sigue siendo de acción privada.

Es decir, si alguien abusa sexualmente de un animal, ni la Policía ni la Fiscalía pueden actuar de oficio. Solo un denunciante, con representación legal del animal afectado, puede iniciar el proceso judicial.

Cristina Alarcón, activista y miembro del colectivo LOA Ecuador, ha seguido cerca de múltiples casos de abuso sexual hacia animales. Ella lo resume sin rodeos: “No hay ninguna persona en la cárcel por el delito de zoofilia, a pesar de que hemos intentado investigar y denunciar”.

Cristina Alarcón, activista y miembro del colectivo LOA Ecuador.Cortesía

Desde su experiencia, el principal obstáculo es la misma legislación. “Como es un delito de acción privada, todo recae en el denunciante: tiene que conseguir abogado, pagar peritajes, encontrar testigos y presentar la querella. Fiscalía y Policía no intervienen”, lamenta. Lo peor del caso es que la víctima no puede hablar, identificar a su agresor ni contar lo sucedido.

En 2020, tras años de presión por parte de fundaciones como Protección Animal Ecuador, se logró incluir la zoofilia como delito en el Código Orgánico Integral Penal (COIP). Las penas van de seis meses a un año de prisión, y hasta tres años si se provoca la muerte del animal. Sin embargo, la tipificación sigue incompleta: la falta de acción pública impide que el Estado persiga de oficio estos crímenes.

Casos en silencio de zoofilia en Ecuador

El caso de Teddy, un perrito rescatado en febrero pasado en el sur de Quito por la Fundación Lucky, es uno de los más recientes. “Tenía el ano desgarrado y mucho miedo al contacto humano. Médicamente se confirmó un abuso sexual, pero no se pudo encontrar al agresor”, dice Alarcón.

Estas fueron las condiciones en que la fundación Lucky, en Quito, rescataron al perro Teddy. Actualmente (foto de abajo), ya está estable el can.IG: @luckybienestaranimal

Lo mismo ocurrió con Negrita, una perrita comunitaria de la Universidad Central del Ecuador, encontrada en dolor extremo. Estudiantes y activistas sospechan de zoofilia y exigen justicia, pero la falta de pruebas impide avanzar. “No se ha podido revisar cámaras, ni identificar sospechosos, y mientras tanto, la agresión queda impune”, cuenta la activista.

Estos no son casos aislados, según Alarcón. La zoofilia ocurre también en contextos rurales, donde los animales de trabajo o de granja -como burros, cabras o vacas- suelen ser víctimas silenciosas de estos actos aberrantes. La diferencia es que, al no ser animales de compañía, muchos de estos abusos ni siquiera generan denuncias o indignación pública.

La lucha por cambiar la Ley LODA

El colectivo Ley LOA, además de estudios académicos de instituciones como la Universidad Regional Autónoma de los Andes, plantea una solución contundente: convertir la zoofilia en un delito de acción pública.

“Si esto cambia, la Fiscalía podría actuar de oficio. La Policía podría investigar. El animal podría ser rescatado sin necesidad de iniciar un proceso complejo por parte de una persona o fundación”, afirma Cristina Alarcón.

Ella es Negrita, la perrita que aparentemente sufrió de abuso sexual dentro de una institución.Cortesía

Pero los activistas no solo critican la falta de acción del Estado. También alertan sobre una posible trampa legal: la propuesta de la Ley Orgánica para la Protección y Defensa de los Derechos de los Animales (LODA). Según el colectivo, esta nueva ley impediría que los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD) sancionen la zoofilia, lo que dejaría aún más desprotegidos a los animales.

“La LODA, tal como está planteada, podría abrir las puertas a la impunidad. Por eso insistimos en que se apruebe la Ley LOA, que sí contempla medidas reales y firmes contra la zoofilia”, asegura la página web del colectivo: loaecuador.com.

A pesar del miedo, la burocracia y el silencio, algo ha comenzado a cambiar. Según Cristina Alarcón, “la percepción social sobre la zoofilia ha evolucionado. Hoy la mayoría de ecuatorianos siente indignación y rechazo frente a estos casos”.

El Consejo de la Judicatura informó a EXTRA que, desde 2020 hasta la fecha, solo se han ingresado cinco causas por el delito de zoofilia en Ecuador. Hasta ahora, nadie ha ido preso en el país por cometer este crimen.Dato

¿Qué lleva a alguien a cometer zoofilia?

El psicólogo Eduardo Moreira, magíster en Psicología Clínica, explica que la zoofilia no es solo una parafilia, sino también una forma de violencia estructural. “En muchos casos hay un trastorno de personalidad o trauma infantil no resuelto. La persona proyecta sus deseos sexuales hacia un ser indefenso porque no enfrenta una respuesta negativa ni rechazo”, señala.

Eduardo Moreira, magíster en Psicología Clínica.Extra

Según Moreira, el problema es que estas conductas no se arrestan en los animales. “En algunos casos, hay una escalada. Personas que comienzan con zoofilia pueden desarrollar comportamientos pedófilos o de abuso sexual a otros humanos vulnerables. El riesgo es altísimo”.

¿Cómo se llama el fetiche de los furros?

En uno de estos grupos de Telegram llamado ‘furry and feral arts’ (artes peludas y salvajes), se comparten cientos de imágenes de animales hembra -producidas con IA o programas de diseño- con bikinis, lencería y poses eróticas.

El psicólogo Moreira explica que estas prácticas están relacionadas con la subcultura “furro”, una comunidad de personas fascinadas por personajes antropomórficos que combinan rasgos animales y humanos.

Surgida en la década de 1980, esta subcultura ha generado controversia debido a la sexualización de algunos de sus contenidos. Aún así, Moreira enfatiza que no debe estigmatizarse: “Pertenecer a esta comunidad no implica ser zoofílico, pero sí se puede generar una banalización del deseo sexual hacia animales, especialmente cuando estas representaciones están hipersexualizadas”.

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!