Galo Wilson Herrera Rodríguez había hecho una promesa a sus familiares. “A mí nadie me vuelve a robar el carro”, les dijo en noviembre de 2020, cuando delincuentes le arrebataron su herramienta de trabajo y para recuperarlo tuvo que pagar 3.000 dólares.

Y posiblemente, por tratar de cumplir su promesa, se resistió al robo de su vehículo, la madrugada del martes 8 de marzo, y fue baleado. El hombre de 64 años recibió un disparo en la parte posterior de la cabeza y falleció cuatro horas después en un hospital del suroeste de Guayaquil.

Su esposa, Ana Castillo, contó que Galo salía de su domicilio, todos los días, a las 02:45 para recoger a una persona a quien debía trasladar hasta una casa asistencial.

“Esta vez me quedé dormida y no nos despedimos Me llamaron a las 04:30 para decirme que lo habían matado. Mi esposo era un hombre trabajador y honrado. Estoy segura que le dispararon porque no se dejó quitar el carro”, manifestó la viuda, mientas junto a sus hijos y cuñados aguardaba por el cuerpo del hombre con quien compartió 27 años de su vida. 

Los restos de Herrera Rodríguez fueron retirados el mediodía de ayer del Laboratorio de Criminalística.