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No quieren caridad, sino trabajo

Hernán Lucas, Manta (Manabí)
A seis días de cumplirse un mes del terremoto que devastó parte de Manabí y Esmeraldas, los damnificados de Manta están desesperados por volver a trabajar.
Verse las caras en los albergues donde habitan provisionalmente tras haber perdido todo por la tragedia los angustia.
Los afectados -en su mayoría comerciantes o vendedores de comidas en las exteriores de los centros comerciales y edificios de Tarqui, la zona más destruida por el sismo, aseguraron a EXTRA que ya no quieren caridad.
María Calderón, de 55 años, tenía un restaurante en la avenida 24 y calle 16, pero perdió hasta los platos en los que servía los alimentos a sus clientes.
Recuerda que era solvente, tenía un techo donde vivir y ahora su nuevo hogar es una pequeña tienda parada con cuatro palos forrados con plástico, un viejo y delgado colchón que le sirve para descansar en el refugio del barrio Santa Fe, cerca de la zona céntrica del puerto manabita.
“Trabajaba con mi hijo de 27 años que es chef, pero él se fue a Venezuela después de la tragedia. Estoy desesperada porque acá no hacemos nada, solo pasamos sentadas y mirándonos los unos a los otros”, dice María, quien clama por laborar para ayudar a su familia, “ya no queremos que nos regalen cosas, aquí lo que se necesita es trabajo”.