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¿Qué pasará con la Plaza de Toros Quito y su legado histórico? Debate de su futuro
Este ícono de la capital desde 1960, enfrenta un incierto futuro entre la nostalgia de quienes la vivieron y el debate sobre su posible demolición
La Plaza de Toros Quito ha sido el escenario de grandes eventos taurinos, conciertos y hasta mítines políticos.
Sus instalaciones situadas en el sector Jipijapa, en el norte de la capital, albergaron innumerables gestas taurinas desde 1960 de la mano de personajes emblemáticos como Paco Camino, El Cordobés, El Viti, Paquirri, Manzanares, El Juli, entre otros.
Asimismo, decenas de glorias musicales internacionales de todo tipo de género brindaron su mejor repertorio y pusieron a bailar, a llorar a ‘rockear’ a más de 16.000 personas. Chayanne, Luis Miguel, Carlos Vives, Molotov, Pedro Fernández, Grupo Galé fueron parte de una lista interminable de artistas que dejaron su huella en los corazones de los fans.

Por si fuera poco también hubo celebridades que, por la época, no se hubiese creído que iban a pisar la arena, pero fue un sueño cumplido como cuando, en 1964, Mario Moreno Cantinflas, uno de los grandes artistas del humor latinoamericano y del cine mundial se ‘enfrentó’ a dos machos vacunos jóvenes. ¡Pura risa y diversión!
Y sin irse tan lejos, este escenario también ha sido parte de la algarabía democrática al convertirse en la sede del cierre de campaña del actual presidente de la República, Daniel Noboa quien, cual si fuese una estrella de la música llenó la plaza con banderas púrpuras y gritos de eufóricos de sus coidearios.
Sin embargo, toda esta historia de tauromaquia, música y entretenimiento podría derrumbarse luego de que se generara una reciente controversia por la posibilidad del derrocamiento de la Plaza de Toros Quito.
La controversia de la Plaza de Toro
El 22 de julio del 2025, Diario La Hora publicó un artículo web en el que señalaba que el gerente general de la Empresa Metropolitana de Hábitat y Vivienda (EPMHV), Alexander Lafebre habría señalado que los dueños del predio privado hicieron un estudio en el que determinaron que la estructura está obsoleta y “ya no es recomendable”.

Según la autoridad municipal, los propietarios pensaron en un proyecto para derribar la icónica estructura y construir una plaza para espectáculos más pequeña. Sin embargo, el mismo medio actualizó la nota un día después en la que precisó que “fuentes cercanas a los propietarios del predio informaron que no se ha presentado un proyecto, calificando la información como falsa”.
¿Quiénes son los afectados?
La posibilidad de que la Plaza de Toros desaparezca generó un debate en redes sociales y en los alrededores de esta propiedad. Uno de los afectados si se cristalizara este proyecto es Jorge Simbaña, jefe de hogar de una de las dos familias que dan mantenimiento al lugar.
El cuidador confesó que cuando se enteró de la noticia se contactó con la administradora del lugar, quien le había dicho que no haga caso y que tampoco responda a ningún medio de comunicación. Sin embargo, Jorge se abrió a EXTRA y mostró su preocupación porque reconoce que no sabría a dónde ir si demolieran este edificio icónico.

Él trabaja hace 35 cortando el césped, barriendo el predio, dando seguridad y mantenimiento. Ahí crio a sus cuatro hijos y vive junto a su esposa y cuatro perros. Son su familia. Es lo único que tiene. “Si derrumban la plaza debemos hablar porque no puedo quedarme en la calle”.
Análisis de un urbanista
El investigador social y urbanista, Carlos Coronel, señala que la posible demolición de este predio que es considerado como un hito urbano con más de seis décadas de historia reabre un debate en el sentido de que aunque su uso original ha sido superado, podría resignificarse. Sin embargo, especifica que mantener un edificio requiere recursos, planificación y un modelo de uso sostenible en el tiempo.
Coronel añade que tanto la restauración como la demolición con nueva infraestructura pueden ser válidas, siempre y cuando respondan a una visión urbana integral y consideren el flujo de cara al futuro. “Hay que superar una mirada romántica del patrimonio que no resuelve los problemas urbanos actuales”, puntualiza.
Para el experto demoler no implica olvidar. Según él, Quito puede integrar memoria en los nuevos proyectos al mantener el nombre del lugar, diseñar un micro museo, incluir elementos simbólicos en la arquitectura.

“Recordar es clave para construir identidad, y no basta con archivos; la memoria debe estar presente en el espacio vivido”.
Historia de la Plaza de Toros Quito
El 5 de marzo de 1960, la Plaza de Toros abrió sus puertas al público con un cartel taurino conformado por Luis Miguel Dominguín, Pepe Cáceres y Manolo Segura. Más adelante estos eventos fueron parte de la Feria Jesús del Gran Poder y bajo este concepto, cada diciembre se realizaban jornadas de nueve días con afiches de lujo durante las Fiestas de Quito.
Isabel Espinoza tiene una tienda frente a la parte trasera de la plaza y afirma que vivió el auge de la feria por cuatro años, hasta que en 2011 mediante una Consulta Popular se aprobó prohibir la muerte de los animales en espectáculos públicos en Quito.
Esto fue un golpe para la economía de Espinoza y su familia porque asegura que durante esas fechas, ella reunía dinero para abastecerse de varios productos. Además, recuerda que luego de la decisión de prohibir las corridas de toros también dejaron de realizar eventos de entretenimiento con frecuencia lo que fue una ‘estocada’ final para su bolsillo.

Además, ella no está de acuerdo con la posible demolición de la estructura porque señala que es un emblema histórico de la capital y advierte que ya ni siquiera podrá indicar a sus amigos o familiares dónde se ubica su tienda: “atrás de la Plaza de Toros”.
Anécdotas en la Plaza de Toros
Gabriela Muñoz es organizadora de eventos y tampoco está de acuerdo con que tumben la Plaza de Toros, desde su profesión y experiencia considera que este escenario es estratégico para realizar conciertos y otro tipo de actividades. Una de ellas es la ubicación estratégica en la que hay varios opciones de transporte púbico para llegar. Incluso tiene una estación del Metro frente a la puerta principal.
En el aspecto de organización de conciertos asegura que arrendar el espacio resulta más barato que otros escenarios como el Estadio Olímpico Atahualpa o el Coliseo General Rumiñahui. Incluso el acceso a la Plaza de Toros, para Muñoz, es mucho más ordenado.
Ella ha estado detrás de la tarima desde que era pequeña y este espacio ha sido parte importante de su baúl de los recuerdos. Hace 30 años hubo un concierto de música nacional en el cual Sharon, la Hechicera, era la cantante estelar; sin embargo, por alguna razón no se subió al escenario y Jazmín, La Tumbadora, tuvo que alargar su presentación.

Esto generó malestar entre los fanáticos, quienes lanzaron botellas de licor (en ese tiempo se permitía ingresarlas) a la tarima y se convirtió en una lluvia de vidrios rotos. “Me escondieron para que no me lastimara”, recordó Muñoz.
La Plaza de Toros se mantiene como un gigante silencioso que resguarda historias de gloria, controversia y añoranza. Entre recuerdos de multitudes coreando a sus ídolos y tardes de arte taurino, su destino sigue en suspenso.
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