Como si de un condominio se tratara entre los matorrales de la rivera del río Machángara se construyeron 'departamentos'. Los habitantes de calle y presuntos asaltantes vuelven al sitio una y otra vez.

Al menos 60 policías inspeccionaron la zona a partir de las 6:00 de este viernes 15 de septiembre para desalojar a los 'inquilinos' del espacio público. "En este mismo sitio se hizo viral un vídeo en el que asaltan a unos vecinos. Se esconden en la quebrada", dijo Patricio Vargas, comandante del Distrito Manuela Sáenz, al que corresponde esta zona.

Durante el operativo se desalojaron a seis sujetos, aunque no hubo detenciones, pues no se encontraban en delito flagrante. "Es más, tenemos que llevarlos al albergue para que sean atendidos", dijo Vargas.

"Yo no le hago daño a nadie, yo tengo mi vicio (drogas) pero nada más", dijo a EXTRA uno de los habitantes que fue obligado a desocupar una covacha hecha con plásticos, cartones, cobijas viejas y un colchón. Cerca de allí habían objetos como cables de teléfono, audífonos y varillas, con las que atacarían a los conductores. "Les rompen las ventanas para quitarles sus pertenencias", explicó el uniformado.

En otro punto de la quebrada un hombre salió de un hueco de no más de 30 centímetros de diámetro. No estuvo nada contento de tener que dejar su 'habitación' por lo que se resistió a salir de ahí por varios minutos. En cuanto salió amenazó con volver pronto.

Pero esta no es la primera vez que hay un operativo, hace seis meses hubo otro, pero lejos de que la problemática se solucione, empeora. "Ahora nos encontramos con covachas hasta mejor construidas. Este es el juego del gato y el ratón", informó Vargas.

TRANSITAR CON MIEDO

Jimmy Garrido, morador del barrio La Ronda, que queda junto a la quebrada observó las acciones policiales. "Lo malo es que no les llevan detenidos. Aunque no estén en flagrancia es obvio que son estas personas las que nos roban", reclamó.

Según el vecino, pasadas las 18:00 es imposible circular por el sector, pues los delincuentes aprovechan la oscuridad para atacar a sus víctimas, luego se lanzan por los matorrales y no hay quien los encuentre.

Allí se encontraron armas blancas, pipas con sustancias sujetas a fiscalización e incluso un revólver de plástico. "Con esto intimidan a las víctimas quienes no se van a poner a ver si el arma es de verdad o no", agregó el comandante.

A principios del siglo XX, los quiteños podían hacer hasta paseos por esa quebrada, cuando el río está limpio y las laderas no eran condominios de indigentes. Allí incluso funcionaron los molinos El Censo, desde donde se abastecía a la ciudad. De eso no queda nada.

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