Los chats comunitarios lograron, por ahora, ponerle un ‘estate quieto’ a los pillos en la avenida República del Salvador, en el norte de Quito.

Esa vía plagada de restaurantes y comercios, que limita por el norte con las Naciones Unidas y por el sur con la Shyris, reportaba hace unos meses, al menos, dos robos al día. Ahora, uno o dos por semana. Así lo confirman los residentes y dueños de locales.

Hoy respiran un poco más tranquilos al ver que la inseguridad está menguando.

Luis Moreta, quien regenta un micromercado en la zona, detalla que son los grupos de WhatsApp y la organización entre los habitantes los responsables de mitigar la presencia de ‘choros’, sobre todo, porque ayudan a tenerlos identificados.

“Si en un local se registra alguna novedad, enseguida mandan la foto de la persona o las características y ya todos estamos alertas”, explica.

Y aunque la iniciativa ha sido precisa para disminuir los asaltos en los negocios, no ha podido paliar del todo los robos a personas –bajo la modalidad de arranche– o los hurtos dentro de las tiendas. Estos se dan, por lo general, al descuido de los dependientes.

“El problema es la población flotante que llega cada día a esta avenida financiera, hotelera y de entretenimiento. Son más de 20 mil personas”, describe Paola Burbano, presidenta del barrio.

Allí se han habilitado cinco chats que tienen entre 150 y 250 participantes cada uno. Burbano refiere que estos grupos están divididos por cuadrantes para focalizar las problemáticas en cada una de las intersecciones (Naciones Unidas, Suecia, Portugal, Moscú y Shyris) de esa vía que tiene 1,1 kilómetros.

Adicionalmente, existe un chat comunitario con la Policía para una comunicación directa en caso de que se presente un evento. “El tema de inseguridad es cíclico. Logramos resolverlo por un tiempo. Los delincuentes migran a otros barrios como El Batán, pero siempre regresan. Nuestra única opción es mantenernos organizados y comunicados”, puntualiza.

Es por eso que además de las fotos de las ‘fichitas’, también comparten medidas de autoprotección y socializan campañas ciudadanas.

A Olga Cochambay, empleada de una tienda de víveres, estos consejos le han servido para estar ‘pilas’ cuando se dirige a la parada de autobuses para regresar a casa en la tarde. “En realidad, es la dueña la que está en el chat, pero siempre me dice si hay alguna novedad y que debemos cuidarnos”, acota.

Un mito que ha logrado dejar de lado la vendedora es la ‘facha’ de los delincuentes. “Uno los imagina sucios y mal vestidos, pero hasta hay algunos con corbata y bien puestos, como los que asaltaron un micromercado que está a la vuelta, hace un mes”. (AAM)