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Quito

Paro Nacional: ¡A trabajar que el hambre no espera!

Las calles del centro de Quito no se vallaron y aunque el comercio se desarrolló con normalidad, los vecinos estuvieron pilas a las manifestaciones.

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Negocios del Centro Histórico abrieron con normalidad. No hubo cierres de vías.ANGELO CHAMBA

En el casco colonial de Quito, a donde históricamente apuntan las protestas sociales, ayer hubo calma. Incluso, temor.

Se desplegaron decenas de policías, aunque –a diferencia de ocasiones anteriores– no se cerraron las vías con concertinas. Solo en las calles Espejo y Venezuela se colocaron vallas movibles que sí permitían transitar a los ciudadanos.

Los dueños de los negocios pasaron el día atentos al movimiento policial y a las redes sociales para saber si el avance de las movilizaciones indígenas llegaba hasta donde ellos.

“Para salir corriendo, para cerrar la puerta, aunque se pierdan las ventas”, lamentó Bertha Flores, dueña de una cafetería de la calle Venezuela desde hace 65 años. Ha visto muchas protestas sociales, “pero como la octubre de 2019 nunca”, comentó.

Ese miedo se le quedó en la retina, según cuenta, pues esa vez le tocó botar la leche y el jugo del día porque debió cerrar su negocio por los enfrentamientos. “Siempre vienen al centro, hasta nos hemos acostumbrado”, agregó la mujer, de 90 años.

De ella dependen cuatro mujeres, cabezas de familia que dicen que “no tienen la posibilidad de dejar de trabajar ni un día”. No hay paro para ellas, porque el hambre no espera.

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Se colocaron vallas movibles.ANGELO CHAMBA

Un día tenso

En los alrededores del Palacio de Carondelet hubo grupos de turistas paseando y tomándose fotos. Para el presidente del Buró del Centro Histórico, Jofre Echeverría, la mayoría es de la tercera edad y jubilados.

“Imagine si ahora mismo empiezan a botar piedras y palos... es gente vulnerable que no sabrá lo que pasa”, explicó Echeverría.

Por ello, celebró que al menos hasta la tarde de ayer las manifestaciones no llegaron hasta esa zona. “Se pierde mucho dinero. Uno solo de esos turistas deja 200 dólares diarios entre comida, hospedaje y compras”, comentó.

Sin embargo, la presencia de vendedores informales fue menor que la acostumbrada. Manuel Medina caminaba por la calle Chile con los boletos de lotería sin mayor competencia.

“Quizá les dio miedo salir a los demás. Si no trabajo no como”, espetó el señor.

Él dijo que no está de acuerdo con el paro nacional porque “solo hay pérdidas. Los daños terminamos pagando nosotros. Salimos en contra”, insistió.

Pocos eventos

Las calles capitalinas estuvieron despejadas y el tráfico se diluyó. “La gente debió preferir no salir, al menos los que podían”, dijo Echeverría.

Las autoridades también mencionaron que hubo menos manifestantes de los que se esperaba y que la “situación estaba bajo control”.

En total, ayer se contabilizaron 3.800 personas movilizadas, sobre todo en las provincias de Imbabura, Cotopaxi y Pichincha.

Quienes sí resultaron afectados fueron los estudiantes, todos de zonas rurales que no pudieron llegar a sus aulas.

Según María Brown, ministra de Educación, unos 41.000 menores tuvieron que regresarse a sus hogares por las protestas. “Lo último que debe cerrarse es la educación y lo primero en abrirse”, sentenció.

Con ello ratificó que las clases no se han suspendido y se espera que hoy quienes no pudieron acudir lo hagan con las garantías necesarias.

Hasta el cierre de esta edición no se registraron detenidos.