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Quito

Los ‘topos’ salvavidas de Quito

Una mujer y seis hombres son los encargados de velar por el estado de los colectores de alcantarillado de la capital. Un trabajo arriesgado e indispensable.

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En Quito existen colectores de hasta 40 metros de profundidad.GUSTAVO GUAMAN

Son las 10:00. El grupo de siete ‘topos’ de Quito inspeccionará el colector de aguas servidas de la calle Nazareth, en el norte. Media hora antes se ventiló el pozo para que los gases tóxicos acumulados no le ‘pasen factura’ a los arriesgados trabajadores.

Su labor es una de las más importantes en la Empresa Metropolitana de Agua Potable y Alcantarillado (Epmaps). Este equipo tiene la responsabilidad de caminar por las alcantarillas – 847 kilómetros de redes principales– de la capital para evaluar su estado y de ser necesario intervenir en la estructura.

De no ser así, las lluvias causarían enormes inundaciones en la ciudad, que ha invertido más de 100 millones de dólares en la construcción de 84 colectores desde al año 2000. Existen 4.643 kilómetros en redes subterráneas secundarias. En total 5.513 kilómetros en toda la ciudad.

Yara Espinoza, de 30 años, es la única mujer de la cuadrilla. Con un jean azul y chompa impermeable se coloca cuidadosamente el equipo de protección: un arnés que irá enganchado a la línea de vida -un trípode de metal colocado sobre la calzada y que sostiene al trabajador con una cuerda de acero-, las botas de caucho, máscara para evitar los gases y el mal olor de la alcantarilla y el casco, por si le cae algo del techo.

Ernesto Fonseca, el jefe del Departamento de Alcantarillado, hace el chequeo de los implementos de seguridad.

“No puede faltar nada, porque nuestro trabajo es peligroso”, dice. Él lleva 22 años ‘metiéndose’ en la entrañas de las aguas sucias de la capital.

El equipo de EXTRA –con la ayuda de la cuadrilla– se alista para ingresar con ellos. Todos los implementos en su sitio para bajar cinco metros bajo la superficie.

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Los trabajadores están sujetos a un trípode de metal para bajar a los pozos, llamado línea de vida.GUSTAVO GUAMAN

Antes de que el equipo baje, lo hace Édison Tipanluisa con un aparato para medir los gases tóxicos. “Es seguro bajar”, grita.

Yara y Ernesto son los últimos en bajar. La alcantarilla mide un metro y medio de ancho y unos tres de alto. “Aquí se aumentó la altura porque en 2017 colapsó el colector”, comenta Ernesto, quien tiene más experiencia en esta labor.

COSAS HALLADAS

Los ‘topos’ realizan sus rutinas en medio de risas y bromas, pero se toman en serio las inspecciones. Uno de ellos sumerge sus pies en las aguas servidas para tener mayor visibilidad.

Unos 50 metros de camino son suficientes para ver que los ciudadanos siguen botando basura en las calles. “Es el principal problema. Los colectores y tuberías se llenan y luego con las lluvias ocurren las inundaciones”, espeta Yara.

Esta vez no hubo roedores o culebras, pero son de las cosas que más encuentra este equipo. A pesar del miedo, poco a poco se han ido acostumbrando. Aunque también han hallado fetos humanos y partes de cuerpos, sobre todo en los colectores cercanos a los hospitales. “Da miedo al principio, pero luego uno aprende a espantar a las ratas”, agrega Yara entre risas.

Ella odiaba la idea de trabajar en sistemas de agua potable o alcantarillado. Quería ser especialista en estructuras cuando se graduó de ingeniera civil en la Universidad Central del Ecuador. “Y aquí estoy ya cuatro años”, comenta.

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Dentro de los túneles se inspecciona el estado de paredes y techos.GUSTAVO GUAMAN

Cuando el sistema de alcantarillado está lleno de basura existen maquinarias para sanearlo, pero a veces les ha tocado “meter mano”. “Es difícil, porque son los desperdicios de las personas y eso se puede controlar desde casa”, dice Ernesto a forma de reclamo.

En el tramo que recorren esta vez se evidencian empates ilegales al colector que dificultan el trabajo de los ‘topos’. Ya no se puede pasar, pues una ‘cascada’ de agua sucia cae en el sendero que está destinado al paso de los trabajadores. “Hacen conexiones antitécnicas que luego pueden generar problemas”, dice Yara.

Este año, la Epmaps ha programado invertir 2,3 millones de dólares en alcantarillado e interceptores sanitarios para Tumbaco, Eloy Alfaro, Jipijapa, quebrada Carretas (tramo Simón Bolívar), quebrada Santo Domingo y la construcción de un disipador de energía de la descarga del colector El Colegio.

Ernesto Fonseca explica que estas planificaciones se realizan con el diagnóstico que se hace todo el año. “Identificamos los colectores que tienen inconvenientes, aunque ha sido difícil porque en los últimos años no hemos tenido verano”, precisa.

"CUÍDATE, POR FAVOR"

Gonzalo Guillén, de 50 años, lleva 17 años bajando a los confines de la ciudad. Tiene tres hijos y cada vez que sale de casa su familia le pide que se cuide, pues aunque nunca ha tenido un accidente, la posibilidad está latente.

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Es necesario colocarse todo el equipo de protección, debido al riesgo biológico.GUSTAVO GUAMAN

“También hay contratistas que hacen este trabajo, de ellos sí supimos que ha habido inconvenientes”, cuenta Gonzalo.

El proceso toma más de una hora para que todo salga bien, un solo error puede causar una desgracia. Este colector tiene apenas cinco metros, pero existen otros que llegan a los 40 metros de profundidad. En general son los del Centro Histórico que, además, son los más antiguos de la ciudad. “Tienen décadas y no son de hormigón”, comenta Ernesto.

Una caída puede ser mortal. Pero eso no es todo, ellos tambíén corren el riesgo de contraer infecciones por el ambiente contaminado en el que trabajan. Por eso no llegan a casa sin antes ir a la empresa para bañarse, cambiarse de ropa y desinfectar todos los equipos.

“Con nuestras familias llegamos limpiecitos y sin riesgos biológicos”, agrega Gonzalo.

La inspección de este día termina y en los informes constará que “hay que abrir una bóveda hasta la intersección con la avenida del Maestro”, según Ernesto, el jefe.

LA URBANIZACIÓN INFLUYE EN LAS INUNDACIONES

Según la Epmaps, el crecimiento de las urbanizaciones incrementa la proporción de suelos impermeables y acelera el tiempo de respuesta del drenaje de las aguas lluvias, provocando el aumento de los volúmenes y de los caudales máximos.

Al ser una red diseñada para caudales menores hace que la estructura no pueda evacuar las aguas de forma oportuna y adecuada.

Además, el número inadecuado de sumideros genera conflictos. La capacidad de algunas captaciones y problemas de obstrucción por acumulación de escombros y basura generan taponamientos en quebradas, incrementando el riesgo de aluviones o flujos de lodos provenientes de las laderas, condición que aumenta la posibilidad de inundación de las partes bajas.

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