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El sendero embrujado de Puembo
En los últimos meses dicen que han visto a la viuda. Otros comentan que por ahí ‘deambulan’ familias enteras de animales de otro mundo.
En la parroquia rural de Puembo, al nororiente de la capital, hay un sendero ‘mágico’... Y sus pobladores, que han cruzado por décadas por allí, son testigos de los eventos paranormales que suceden.
Patricia Ayala cuenta que el hecho más reciente fue la llegada de la viuda. La moradora –que vive en una de las entradas de este sendero, por la comunidad de Mangahuantag– menciona que sus vecinos tienen registrado al espectro en unos videos que grabaron las cámaras de su casa.
“Es una mujer de velo que camina por la parroquia desde hace dos meses”, manifiesta.
Los vecinos que la han visto por las noches dicen que la mujer tiene el cabello larguísimo, de color blanco, y que suele pasar llorando. No le han visto la cara y, al parecer, desaparece en la entrada al sendero. Es un misterio.
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El camino ‘encantado’ empieza en la comunidad de Mangahuantag, atraviesa el puente de la quebrada Tangafú y llega al centro de Puembo. El trayecto a pie dura 15 minutos.
Los deportistas que utilizan los senderos para hacer ejercicio o los habitantes que lo usan para llegar a sus destinos cuentan con normalidad que en alguna ocasión de sus vidas han visto familia de fantasmas de animalitos que se les cruzan. ¡Rarísimo!
Uno de ellos es Javier Galindo. Él suele utilizar los chaquiñanes para sus entrenamientos. En ocasiones, comenta, se le han cruzado animalitos de imprevisto y ha tenido que frenar de golpe para no pisarlos. Sin embargo, una vez regresó a ver para cerciorarse de que no había atropellado a un grupo de pollitos. Y lo que pasó fue escalofriante. ¡No había nada! Habían desaparecido entre la maleza aparentemente.
Jaime Borja, coronel en servicio pasivo y morador de Puembo, dice que las historias enigmáticas de la parroquia le causaron intriga y se puso a investigar al respecto.
El exoficial revisó material bibliográfico, recorrió el sendero una y otra vez, preguntó a los nativos de las comunas cercanas y descubrió que ese camino era utilizado por los habitantes de hace más de un siglo para llevar los féretros de las personas fallecidas.
Este trayecto era el único que conducía al cementerio. La otra opción era darse la vuelta todo el bosque.
Durante la ‘procesión con el muerto’ quienes cargaban el ataúd se cansaban cuando llegaban a la pendiente. Solían apoyar el féretro en unos tumultos de tierra y luego, con una rama, marcaban una cruz en el suelo.
Borja no conoce la razón de por qué lo hacían, pero presume que este tipo de actos habrían provocado que el ambiente se tornara turbio.
En la década de los sesenta, un dirigente de la parroquia colocó una cruz cerca al inicio del camino para que de alguna forma espantara a los espíritus, pero no ha pasado, continúan las apariciones.
Carga histórica
Ricardo Mera, psicólogo y experto en temas paranormales, indica que la parroquia de Puembo tiene una carga histórica ‘pesada’. Según él, en estas zonas se enterraban los cuerpos de los indígenas en el tiempo precolonial.
Lo de la viuda cree que se trataría de las almas en pena de mujeres que murieron cerca de ahí o que fueron enterradas por esos terrenos. “Si se aparece en estas zonas rurales es para ‘castigar’ a los infieles”, añade.
Con respecto a los animales, el experto señala que ellos también tienen alma y que la misma acompaña a su amo después de su muerte. “Ellos suelen ayudar. Por ejemplo: evitan robos o ataques”, concluye.
Guían los pasos de sus amos
El experto en temas paranormales Ricardo Mera comentó que ayer se celebró el día en el que se recuerda a las mascotas muertas. Según el experto, no solo los humanos pasan al mundo de los muertos, sino también los animales. “Cuando fallecen, ellos vuelven en forma de espíritus a donde sus amos para cuidarlos”.
Mera añade que dentro de la cosmovisión andina, el perro, por ejemplo, es un animal sagrado que “guiará los pasos de su amo en el ‘más allá’, cuando se muera”.