Si Luis Javier González Lalangui hubiera escuchado los consejos de su madre y de su esposa, hoy estaría compartiendo y disfrutando con sus seres queridos. El duraneño, de 28 años, es una de las siete víctimas mortales de la matanza registrada la noche del sábado en la cooperativa Ana María de Olmedo, de Durán.

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Este cantón es el segundo con más muert es violentas de la provincia del Guayas y también del país. Del 1 de enero hasta ayer lunes 13 de noviembre se habían registrado 335 asesinatos.

Con pesar, el hermano menor del occiso recordó que durante la mañana y tarde del sábado Luis Javier y un grupo de amigos y vecinos participaron de un campeonato deportivo en un coliseo ubicado a dos cuadras de su domicilio.

“Cuando regresó a la casa, mi mamá y la esposa le dijeron que ya no salga, que se quedara a descansar, siempre le repetíamos que en Durán es peligroso salir después de las 18:00, pero esta vez no hizo caso, recibió una llamada telefónica y salió con dos amigos, a ellos les dispararon en la vereda de la vivienda, llegaban recién, a las otras víctimas dentro del inmueble”, afirmó.

Luis Javier se ganaba la vida como taxista informal, trabajaba el carro de propiedad de su progenitora. Era padre de dos niñas y su mayor anhelo era sacar la visa y viajar a los Estados Unidos.

Un tío del fallecido comentó que él siempre le contaba que su mayor sueño era poder viajar a los Estados Unidos para así poderle dar un mejor futuro a sus hijas.

“Mi sobrino siempre nos repetía que quería sacar la visa. Ya tenía el pasaporte, de lo poco que ganaba reunía para hacer los trámites e irse de este país. Cuando hablamos por celular me decía ‘tío, Durán está candela, ya estamos curados de las balas, aunque zumban por todos lados, pero eso va conmigo, no ando en nada malo’, le decía ‘mijo no salgas después de 16:00, en las noticias escucho que en Durán hay muertos a cada rato’, no me escuchó” manifestó con tristeza el allegado, quien llegó desde Quito para despedir a su sobrino.

Fuentes policiales informaron que el móvil de esta masacre, que ha enlutado a siete familias, sería la permanente y sangrienta lucha por territorio para el expendio de droga y otros delitos que mantienen las dos organizaciones criminales que operan en Durán.

“Uno de los fallecidos era miembro de los Chone Killers, a él querían matarlo, pero se metió corriendo a la casa donde un grupo de personas bebía alcohol, posiblemente ellos sean víctimas colaterales”, afirmó.

En el lugar de la plomiza agentes de Criminalística recogieron 108 indicios balísticos, 51 vainas, 2.23, 47 calibre 9 milímetros, 9 balas deformadas y un cartucho sin percutir. Este hecho violento fue perpetrado con dos tipos de armas: fusil y pistola. Ninguno de los occisos registraba antecedentes penales. (AEB)

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