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¡Su ex la golpeó casi siete horas seguidas!
Malu Camacho logró superar la experiencia que vivió con quien es el padre de sus dos hijos.
Llegó enfurecido y “con las venas saltadas en la frente”. Aquella noche, Malu Camacho sostenía en el regazo a su segundo hijo, de apenas 10 meses, pero ni el pequeño acurrucado al pecho de mamá impidió que su marido la masacrara. Su reclamo era el de siempre: sus amigos en redes sociales, su contacto con la familia o cualquier otro pretexto...
En ese momento en particular, el sujeto le cuestionaba sobre una solicitud de amistad en Facebook.
“Se acercó y me escupió en la cara”, recuerda ella. Trató de explicarle que era una cuenta en común de su mejor amiga y el esposo, pero de nada sirvió y lanzó el primer puñetazo.
Malu no recuerda el instante en que pudo dejar al bebé en la cama, solo se recuerda en el piso lastimada, aterrada... “Los golpes me habían desfigurado el rostro, no podía respirar por la nariz, estaba completamente hinchada. Sentía la piel llena de sangre”, cuenta ahora a casi cinco años de ese amargo día.
Hoy, su lucha va más allá de hacer público su caso. Malu brinda apoyo a muchas víctimas de violencia intrafamiliar, que repletan sus cuentas en Internet con mensajes pidiendo auxilio.
Aquel terrible día solo quedó en su memoria como la fecha que la despertó del letargo. Fueron más de siete horas seguidas de una paliza brutal, que la dejó inhabilitada por 16 días.
No era la primera vez que el hombre hundía sus puños en el cuerpo de quien aseguraba era la mujer de su vida. Pero esa vez llegó al límite. “Ahí entendí que la próxima, de seguro, me mataría, entendí que si no huía, moría”, dice.
Malu siempre fue independiente. Hacía trabajos en comunicación social y relaciones públicas en Quito y en su natal Guaranda. La denuncia de esa agresión quedó asentada el 5 de septiembre de 2013. Se le practicó un examen médico legal y se le tomó fotos de sus lesiones en las costillas, rostro y cabeza. “Si una agresión supera los cuatro días de incapacidad es intento de homicidio”, aclara.
Su motor corría 2008, cuando Malu conoció al padre de sus hijos. “Al principio, la típica relación súper buena, con un tipo que te ayuda y se preocupa por ti, pero que tiene despuntes de celos”, describe. Juntos iniciaron un proceso asistido para que ella quedara embarazada y no fue hasta el cuarto mes que iniciaron los maltratos.
“No podía conversar con nadie porque, según él, me mal aconsejaban. Tenía dudas de si mis compañeros eran mis amantes y mis amigas unas alcahuetas”, añade. El tipo la golpeaba aún cuando ella estaba a pocos días de dar a luz. El nacimiento finalmente se dio el 4 de enero de 2012, pero los golpes continuaron.
“Cuando mi hija tenía dos meses me armé de valor y me fui a la casa de mis abuelos, pero él me buscó ahí, bloqueó la puerta por dentro y me pegó”, cuenta.
La Policía debió hacer un hueco en la pared para arrestar al sujeto. Sin embargo, fue ella misma que lo sacó de la cárcel días después. Con esa situación, poco a poco, la mujer se alejó de sus allegados, incluso perdió el trabajo porque no podía asistir.
“No tenía ni para comer, estaba tan delgada, se me caía el cabello, juraba que tenía cáncer”, revela. Pero para su sorpresa, luego de varios exámenes se confirmó que esperaba a su segundo bebé.
“Los riñones del niño no se habían formado bien”, agrega. Luego de la última paliza se confirmó la operación en la que removerían el riñón atrofiado del niño. Malu no dio la fecha para evitar que el tipo irrumpiera en el hospital.
Sin embargo, el señor llegó a la casa de salud y se arrodilló, suplicando perdón. “Estaba a dos segundos de decirle ven abrázame, pero vio el celular en la cama y empezó a gritar de celos. Los guardias lo sacaron y se llevó el teléfono”, recuerda.
Aunque puso la denuncia por el hurto, no fue posible continuar con la diligencia, ya que al estar relacionados por una unión de hecho, el delito no procede. Con los niños no tiene acercamiento, hecho que Malu agradece, ya que ahora viven en un ambiente estable.