A las 07:00 Mariana llegaba al Centro de Detención Provisional de El Inca, en el norte de Quito, para entregarle mascarillas, agua y papel higiénico a su esposo que permanece recluido por más de un mes.

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Sin embargo, antes de llegar a la puerta principal, unos guías penitenciarios le impidieron el paso. Ella se alejó y escuchó gritos desde el interior. Luego vio que una cortina de humo salía desde la cárcel.

Se desesperó y empezó a llorar. Su pareja le había dicho hace dos semanas que miembros de una banda organizada estarían “planificando algo”.

Cerca de Mariana se encontraba una señora limpiándose las lágrimas. Quería ver a su hijo que está recluido en la cárcel hace más de cinco meses por estar involucrado en un accidente de tránsito. Ella había recibido información de su familiar de que si los reos nuevos no se unen a un grupo criminal habría represalias en su contra.

Mientras tanto, el helicóptero de la Policía sobrevolaba el lugar y arribaban miembros de las Fuerzas Armadas. Además, un interno fue llevado en un patrullero hasta la Unidad de Flagrancia, quien se habría fugado durante el relajo de la mañana.

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Wilson Pabón, comandante de Policía de la capital, confirmó que el sujeto fue recapturado cerca del centro penitenciario y que el fuego que se registró correspondía a unos colchones que quemaron los presos como medida de protesta.

El oficial añadió que se realizó una requisa en todas las áreas de la cárcel donde encontraron varios dispositivos móviles “que serán explotados para obtener información”.

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