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Buena Vida
La fotografía y los gatos: dos pasiones de Joshua Degel
El conocido fotógrafo tiene 16 felinos a los que ama como sus hijos.
La pasión que Joshua Degel siente por la fotografía se ve reflejada en las portadas de las diferentes revistas para las que colabora. En su casa de dos plantas en la que también está su taller, el conocido fotógrafo de las estrellas guarda algo muy preciado para él y no son únicamente sus diversas y costosas cámaras profesionales, sino sus 16 gatos. Todos rescatados.
Algunos los ha recogido de la calle y otros provienen de camadas que fueron abandonadas al pie del portón de su casa dentro de cajas selladas. Hasta hace un par de años llegó a tener 29 felinos, de los cuales varios han muerto, unos por la edad y otros porque por su condición de callejeros arrastraban problemas de salud.
Admite que hace seis años desistió, por consejo del veterinario, seguir con las adopciones pues teme que el ingreso de una nueva mascota pueda enfermar al resto.
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Degel, de 44 años, recuerda que su labor de rescate la inició hace casi dos décadas cuando acudió a un refugio y se enamoró de un gatito, de dos meses de nacido, que falleció tiempo después por un problema cardíaco. La muerte del pequeñín lo deprimió ya que se había encariñado con él. Cierto día un amigo que sabía de sus gustos por esos animales le pidió ir a su oficina porque le tenía uno. Cuando Joshua llegó, un gato de aproximadamente 6 meses, de pelaje grisáceo con vetas negras caminó por el pasillo, subió a la silla donde estaba sentado el fotógrafo se recostó junto a él y luego saltó sobre sus piernas.
“Me miró y fue como si dijera, ¿por qué tardaste tanto?, te estaba esperando”, cuenta con emoción al recordar que aquel animal al que llamó Chito marcó su vida. La inmediata conexión que hubo entre ambos fue enorme. Formaron un vínculo tan fuerte que hasta ahora ningún otro felino lo ha logrado. Chito vivió con Joshua 5 años. Relata con pesar que mientras estaba en España estudiando fotografía, se enteró de que su mascota había sido envenenada. No paró de llorar por meses, se llenó de ansiedad y de depresión al no poder regresar ni estar con su amigo que siempre lo acompañaba a las entrevistas, paseos y sesiones de fotos. “Chito era libre, nunca necesité correa o un kenel para transportarlo. Se subía al carro, lo llevaba al veterinario, iba a todos lados conmigo, solo le faltaba hablar. Yo no lo encontré a él. Él me encontró a mí”, recalca con tristeza, pese al tiempo transcurrido de su ausencia.
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A partir de ahí empezó a rescatar gatos. Cree que esa fue la misión que le dejó Chito. No obstante, ha tratado por años de encontrar entre sus rescatados uno que lo lleve hasta esa conexión que tuvo con su amado felino, pero ninguno ha sido tan especial como él.
Degel reconoce a cada uno de sus gatos, ya sea por su carácter o por sus historias de vida. Pollito, de pelaje café y afelpado es el más cariñoso; también están Suso, Yesenea y Carlita en honor a sus amigos balletistas; Nayomi y Beyoncé son dos gatas de pelaje negro; también están León, tiene un solo ojo; Paloma, Papacho, Valentín, Carlito y otros más. La mayoría son machos y pasan 18 horas al día durmiendo en un enorme patio rodeados por árboles de mango, guayaba y aguacate. En ese sitio donde todos los felinos se llevan bien, tienen un espacio para descansar, jugar y comer. Los areneros donde hacen sus necesidades están dispuestos y ordenados uno junto a otro.
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Respecto a la alimentación, el fotógrafo dice no querer hacer cálculos de cuánto gasta en balanceado que adquiere en distribuidoras. Alimentar y darles lo mejor a sus mascotas no lo ve como un gasto, sino como una retribución al respeto y al no maltrato animal. Consecuente con esto, desde hace 25 años es ovo lácteo vegetariano (se alimenta de huevos, leche y vegetales).
Mientras continúa con sus sesiones de fotografía y el cuidado de sus gatos, Degel no pierde las esperanzas de que algún día llegue otro Chito que le robe nuevamente el corazón.