Caminar sin zapatos por los prados verdes, recordar los juegos tradicionales o pescar de manera artesanal (con caña y anzuelo) es llenarse de energías en la cueva ceremonial de los antepasados. Estas son varias de las experiencias que se viven al recorrer las rutas de los valles y las cuevas en Tungurahua, desde donde además se puede observar el imponente volcán que lleva el mismo nombre.

A tres kilómetros de Pelileo, siguiendo la vía a Baños de Agua Santa, hay un desvío que conecta con el sector de Valle Hermoso. Este lugar se beneficia de la presencia de un río que atraviesa el valle, lo que les ha permitido a los lugareños aprovechar sus terrenos y explotarlos para el turismo.

La pandemia les afectó, pero no se dejaron vencer por las adversidades. Por el contrario, lograron levantarse con optimismo. En Valle Hermoso existen alrededor de diez emprendimientos familiares en los que los visitantes pueden entrar en contacto con la naturaleza.

José Monteguano, del complejo Don Moro, es uno de los promotores del turismo ecológico y recreacional en este lugar perteneciente a Pelileo. Asegura que después de la erupción del volcán buscaron una alternativa en la agricultura.

De su parte, Érika Bonilla, del complejo Gran Valle, sostiene que gracias al clima y la diversidad agrícola pueden ofrecer a los visitantes actividades turísticas que les permiten conocer sobre las siembras y cosechas de frutos e incluso sobre la pesca en piscinas donde crían truchas.

Quillán La Playa es otro lugar no tan promocionado en el país, pero que reconforta la mente, el cuerpo y el espíritu. Ahí podemos encontrar una cascada y otros espacios naturales. Las personas, a más de relajarse jugando, pueden realizar caminatas y hasta pedir que les preparen las truchas que pescan.

Historias

Mientras en Baños de Agua Santa y Patate existen cuevas milenarias, en la parroquia Sucre de Patate es posible conocer de manera directa las grutas que fueron utilizadas por las culturas ancestrales para sepultar a sus seres queridos.

Por otro lado, en Baños están las cavernas Sigsi Huayco, a 300 metros de la terminal terrestre de esa ciudad turística, vía a Pastaza. Quienes las visitan pueden sentir energías curativas, asegura Yaneth Vargas, quien recorrió la cueva durante el último feriado de agosto.

Rosa Gamboa, administradora de ese complejo, indica que los socavones tienen conexión con la ruta a Pastaza y eran un sitio ceremonial en tiempo de los incas.

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