SUSCRÍBETE
Diario Extra Ecuador

Buena Vida

Crónica de un colapso anunciado

Emergencia. Estos días se declaró estado de emergencia en la frontera para dar urgente atención a los migrantes.

Origami con bolívares, la nueva forma de ganar  algo de dinero de otro de los exiliados de la crisis.

Origami con bolívares, la nueva forma de ganar algo de dinero de otro de los exiliados de la crisis.Freddy Rodriguez

Publicado por

Creado:

Actualizado:

Mira el billete como un escultor frente a una pieza de yeso nueva. Empieza. Uno, dos... diez dobleces. Un conito del tamaño de un pulgar está listo. Toma otro billete y otro... y así hasta tener cinco puntas armadas. La estrella, casi completa. A sus pies, una enorme maleta negra abierta muestra en sus entrañas una colección de bolívares. Al fin habla: “Allí hay menos de un dólar”.

Agarra otros cinco billetes y uno a uno los enrolla desde la parte superior hasta formar una especie de cigarrillo. Son el soporte de cada extremo de la estrella que acaba de formar. Más allá hay un cartón de medio metro que suplica en letras negras: “Soy de Venezuela, colabórame”. Lo que hace es origami, un arte que consiste en plegar papel para obtener figuras.

Ejecutar este arte con papel moneda de su país natal es la única esperanza del venezolano Enger Medina para llevarse algo al estómago este jueves 16 de agosto de 2018.

Él tiene los brazos tatuados y una gorra que simula la bandera de su país. Con un detalle: cuatro años en la cárcel, recién vividos, le dejan huellas a sus escasos 23 ‘abriles’.

Afirma que antes de hacer origami con bolívares fue ladrón y secuestrador, pero esa vida quedó en Mérida, dice.

Allá están su hija de año y medio y esperan que cumpla la promesa de cambiar y así hacer resurgir el hogar. Se hubiera quedado en Venezuela, pero ser albañil no es negocio en su país en donde un sueldo básico no alcanza ni para armar una arepa. Por eso está aquí, en el parque central de Huaquillas, rodeado de otros muchos como él y con las ganas de hacer que le vaya bien.

La plaza central de Huaquillas siente cada vez más la crisis de Venezuela. Los cuadros que allí se viven en estos días son desesperantes: gente con letreros pidiendo ayuda, sábanas improvisando colchones, súplicas que se repiten como eco macabro por todos los rincones: “Colabóreme. No he comido”, “lleve sus bolívares de recuerdo”, “¡caramelo!, ¡caramelo!”.

En otro extremo del parque, los llaneros, Luismar Dugarte y Yusaina Farfán, lanzan en otro letrero otra súplica. Esta vez en un pedazo de pizarrón blanco: “Somos venezolanos, queremos trabajar”. “El tema está fuerte”, reconoce Luismar. Hay muchos y no se consigue una plaza fácil. “Por eso estamos durmiendo en veredas. Nosotras llevamos acá siete días”, confiesa junto a su prima.

Se supone que la mayoría de venezolanos toma el país de paso, que se van a Perú y que allá y en Chile tienen a sus familiares y amigos, que Ecuador es solo parte del camino. Pero eso cada vez se siente menos en el centro de Huaquillas.

Llenan veredas, bancas, vías principales. Unos se dedican al comercio informal, otros a pedir dinero. Viven en la calle hace semanas y unos hasta han improvisado hogares en solares abandonados.

La vida en la calle

Vinicio Quezada, director de Comunicación del Municipio de Huaquillas, admite a este Diario en nombre del alcalde de ese cantón, Ronald Farfán, que hasta hace menos de un mes la afluencia de estos ciudadanos era transitoria. “Ingresaban por el puente Rumichaca y salían de Ecuador a Perú; pero ahora se están quedando, ocupando los espacios públicos y convirtiéndose en un problema de índole humanitaria”.

La mecánica de los venezolanos sin techo en Huaquillas está casi que escrita en una guía. Luismar y Yusania intentaron quedarse a dormir en el parque los primeros días que arribaron. “Ahora preferimos una vereda cerca del viejo hospital. Es menos frío”, describe la primera.

Subsisten con la venta de caramelos por ahora. Cerca del parque, hay un baño que alquilan. “Usar el retrete te cuesta 15 centavos y ducharte, 50. Como solo traemos un par de mudas a cuestas, no tenemos problemas. Se sobrevive”, atina Yusania.

Esa metodología se repite en cada migrante consultado. Ninguno habla de irse del país . “A Perú están yendo muchos. Allá ya no nos quieren. Vamos a probar suerte acá”, propone Luismar.

Tiene 26 años y dejó a dos niños de edad escolar en Venezuela, a cargo de su abuela, porque madre no tiene. A ellos cuando puede les envía un mensaje a través de algún whatsapp prestado. Es su forma de comunicarse sin gastar. Confiesa que hay momentos en que se quiebra. “Nada es peor que Venezuela”.

No hay cobijo

De medio millón de venezolanos que han ingresado al país, al menos 80 mil decidieron quedarse e intentar acá empezar de nuevo. En Huaquillas la competencia es fuerte. En cada esquina hay al menos tres jóvenes limpiando parabrisas y los carameleros se multiplican cada día.

El Municipio restringe la actividad comercial en accesos a la iglesia Católica, centros médicos y áreas para discapacitados. Por ahora no hay mayor prohibición con la venta informal. La Policía del Cabildo alcanza apenas a 25 efectivos.

Huaquillas tiene un albergue en la cooperativa 8 de Septiembre que solo tiene capacidad para 60 personas. Hoy está cerrado. No abastecería el número de venezolanos que está en la calle actualmente, precisa el representante del alcalde.

“En otras emergencias hemos utilizado las escuelas, pero eso también es imposible, los niños están en clases”, agrega.

En este momento crece una nueva preocupación en el gobierno local de Huaquillas. “La necesidad y la falta de fuentes de trabajo, cuando llega al extremo, genera actos contradictorios con la ley, como robos y aparición de bandas. Ya se han detectado casos. No son la constante, pero tememos registro de que aquello va en crecimiento”.

tracking